La conducta de Tomás que creyó tras ver al Señor nos da cierta advertencia para nuestro recibimiento al Señor

 

Los desastres son frecuentes en los últimos días, es precisamente el momento en que damos la bienvenida a la aparición del Señor. Ahora muchas personas están prestando atención al tema de cómo recibir el regreso del Señor. Algunos dicen: “Si escuchemos la noticia de la venida del Señor, tendremos que buscar con humildad para no ser abandonados por Él. Otros piensan: “No importa lo que digan los demás, mientras no veamos al Señor venir sobre nubes con nuestros propios ojos, no podemos creer que el Señor haya vuelto”. ¿Es correcto ceñirse a este punto de vista? ¿La razón por la que creemos en el Señor y lo seguimos es porque lo vimos con nuestros propios ojos? Definitivamente no. Creemos y aceptamos al Señor Jesús como nuestro Salvador porque vimos los hechos de Su obra a través de leer Sus palabras. De manera similar, al recibir el regreso del Señor Jesús, ¿por qué insistimos en ver Su venida con nuestros propios ojos antes de que reconozcamos el hecho de que Él haya regresado? ¿No comete esto el error de Tomás?

 

Mirando atrás el momento en que el Señor Jesús se apareció a Sus discípulos después de Su resurrección, Tomás no creyó que Él había resucitado, sino que lo creyó tras ver las marcas de los clavos en Sus manos, le dijo a Tomás: “¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que no vieron, y sin embargo creyeron” (Juan 20:29)

 

Dios Todopoderoso dice: “Antes de que el Señor Jesús fuera crucificado, Tomás siempre dudó de que Él fuera Cristo y era incapaz de creer. Su fe en Dios solo se cimentaba en aquello que podía ver con sus propios ojos, en lo que podía tocar con sus propias manos. El Señor Jesús entendía muy bien cómo era la fe de este tipo de personas. Solo creían en el Dios del cielo y no creían en absoluto en el enviado por Dios ni en el Cristo encarnado y no lo aceptaban. Con el fin de que Tomás reconociera y creyera en la existencia del Señor Jesús, y de que creyera que de verdad era Dios encarnado, Él permitió que Tomás le tocara el costado. ¿Acaso cambió la duda de Tomás antes y después de la resurrección del Señor Jesús? Siempre estaba dudando y, excepto por el cuerpo espiritual del Señor Jesús que se le apareció personalmente y le permitió a Tomás tocar las marcas de los clavos en Su cuerpo, nadie pudo resolver sus dudas ni consiguió que se deshiciera de ellas. Por tanto, desde el momento en que el Señor Jesús le permitió tocar Su costado y le dejó palpar la existencia de las marcas de los clavos, las dudas de Tomás desaparecieron y supo realmente que el Señor Jesús había resucitado y reconoció y creyó que Él era el verdadero Cristo y Dios encarnado. Si bien Tomás dejó de dudar en ese preciso momento, ya había perdido para siempre la oportunidad de encontrarse con Cristo, de estar con Él, de seguirle, de conocerle; había perdido la oportunidad de que Cristo lo perfeccionara. La aparición del Señor Jesús y Sus palabras brindaron una conclusión y un veredicto sobre la fe de quienes estaban repletos de dudas. El Señor Jesús usó Sus palabras y Sus actos prácticos para decirles a los que dudaban, a los que solo creían en el Dios del cielo y no en Cristo: Dios no elogió que creyeran ni que le siguieran llenos de dudas. El día en que creyeron por completo en Dios y en Cristo solo sería el día en el que Dios completara Su gran obra. Por supuesto, también sería el día en el que su duda recibiría un veredicto. Su actitud hacia Cristo determinó su destino, y su obstinada duda fue muestra de que su fe no había producido resultados, y su rigidez fue muestra de que sus esperanzas eran en vano. Como su creencia en el Dios del cielo se alimentaba de ilusiones y su duda en relación a Cristo era, en realidad, su verdadera actitud en relación a Dios, aunque tocaran las marcas de los clavos en el cuerpo del Señor Jesús, su fe seguía siendo inútil y su resultado solo podía describirse como coger agua con una cesta de bambú: todo en vano”.

 

Extracto de “La Palabra manifestada en carne

 

Por la Palabra de Dios, vemos que independientemente de cuán alta y beneficiosa fuera la predicación del Señor Jesús para el hombre, Tomás no buscó Sus palabras para ver si eran la verdad, la voz de Dios, durante el tiempo que siguió a Él. No importa cuántos años creyera en Dios, no reconoció la verdadera identidad del Señor Jesús, por lo que siempre tenía dudas sobre Su identidad y no creía que era Cristo.

 

Antes de la crucifixión, el Señor Jesús dijo a Sus discípulos que resucitaría después de Su muerte. Tomás no creyó que esto se cumpliría, sino hasta que vio el cuerpo espiritual resucitado del Señor Jesús apareciendo ante él con sus propios ojos. Como resultado, cuando vio el cuerpo espiritual del Señor Jesús, tocando las marcas de Sus clavos y confirmando que era Cristo, en ese momento fue condenado por Él y perdió Su bendición para siempre. Ahora, en este momento crítico para dar la bienvenida al Señor, ¿quiere ser una persona como Tomás, que cree después de ver el descenso del cuerpo espiritual del Señor sobre nubes o como las vírgenes prudentes que aceptan y siguen tan pronto como oigan la voz de Dios? Esto está relacionado con si podemos o no recibir al Señor, y aún más con nuestro destino.

 

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