Dios dijo: “La nación china que ha sido corrompida por miles de años ha continuado hasta el día de hoy. Todo tipo de ‘virus’ continúan expandiéndose y se están esparciendo en todas partes como la plaga; sólo ver las relaciones de las personas es suficiente para ver cuántos virus están en las personas. Es extremadamente difícil para Dios desarrollar Su obra en un área tan herméticamente cerrada e infectada por los virus. Las personalidades de las personas, los hábitos, la manera en la que hacen las cosas, todo lo que expresan en sus vidas y sus relaciones interpersonales, todo está roto más allá de lo concebible […]” (‘La senda… (6)’ en “La Palabra manifestada en carne”). La revelación en las palabras de Dios me hizo ver la manera en que la corrupción de Satanás hace que las relaciones entre las personas no sean normales, porque todas están basadas en la filosofía de vida de Satanás, y no contienen ni siquiera una pizca de verdad. Sin la salvación de Dios, tendría todavía los ojos vendados y aún estaría atrapado por mis emociones, pero experimentar la obra de Dios me hizo entender la esencia de lo que significa “ayudarnos el uno al otro” y me mostró la verdad de la amistad, del amor, del cariño familiar. Vi que sólo las palabras de Dios son la verdad, y que solamente viviendo por las palabras de Dios podríamos escapar de la influencia de Satanás, y que sólo comportándonos de acuerdo con la verdad podríamos tener una vida significativa.
Mis padres eran cristianos, y en ese tiempo, nuestra fe en Jesús nos dio mucha gracia. En especial en los negocios, Dios nos bendijo mucho en cuanto a las comodidades materiales. La mayoría de mis parientes no estaban en una posición tan acomodada como nuestra familia, y mis padres les proveían financiera y materialmente. Mis parientes tenían mucho respeto por mis padres, y, naturalmente, a mí me veían de la misma manera. Esa fue la clase de ambiente privilegiado en el que crecí. Pensaba que mis amigos y mis parientes eran maravillosos, y no importaba lo que la familia necesitara, ellos estarían dispuestos a ayudar.
En 1998, toda mi familia aceptó la obra de Dios Todopoderoso, y debido a que era un campo difícil, dejamos nuestro negocio familiar. En aquella época no comprendía la verdad, y por ese motivo mi corazón seguía anhelando este mundo. Pasé días comiendo, bebiendo y yendo de juerga con mis mejores amigos y parientes, y como yo gastaba generosamente, tenía cada vez más amigos, y cada vez más reuniones con compañeros, fiestas, cumpleaños y bodas de amigos y compañeros, y no se podían realizar otros acontecimientos si no me invitaban, porque yo era demasiado “importante”. Aparte de eso, cada domingo tenía que recoger y dejar a mi novia, y a menudo salíamos juntos. En ese tiempo, aunque nunca había faltado a ninguna de mis tres reuniones semanales en la iglesia, seguía sin tener el más mínimo entendimiento sobre las palabras de Dios, mi corazón seguía vagando en el mundo, y mi creencia en Dios se sentía como un yugo de reglas. Pero Dios usó los ambientes para hacerme entender la verdad. Me mostró que las relaciones entre las personas están basadas solamente en el interés mutuo, y que no existe ningún sentimiento verdadero ni amor en ellas.
Después de que el negocio se cerró, mis padres repararon la casa y tuvieron que pagar mi educación y la de mi hermana, de tal manera que los ahorros de mi familia casi habían desaparecido en unos años. Es como en el dicho: “Los afluentes se secan cuando el río principal baja su cauce”. Debido a que mis ingresos dependían de mi familia, reduje mis propios gastos. Cada vez que podía, evitaba las reuniones y las bodas, grandes o pequeñas, y así mi círculo de amigos comenzó a reducirse, y, a los ojos de mis amigos, mi posición empezó a ser cada vez más y más baja. Como la fortuna de mis amigos más pobres y la de mis parientes mejoraba, tampoco se juntaban muchos con nosotros. Este período fue de refinamiento para mí porque sentía que no tenía ningún lugar en el corazón de otros. Especialmente mi novia, que se volvió más distante porque yo no gastaba dinero de la forma tan generosa como en el pasado, y, finalmente, me abandonó por otro en el 2001. Cuando lo supe, no pude aceptar que fuera cierto. No lo demostré por fuera, pero el saberlo fue como un cuchillo clavado en mi corazón. Yo le era leal, mis esfuerzos por ella eran sinceros, así que, ¿por qué recibí esa traición a cambio? Así terminó nuestra relación de cinco años. No sabía cómo perdonarla, así que lo único que pude hacer fue enterrar el dolor muy profundamente en mi corazón. Después de eso, odiaba que otras personas mencionaran el incidente. No podía entender cómo me podía haber pasado una cosa así. Entonces, un día, vi este pasaje de la palabra de Dios: “La mayoría de las personas viven en el inmundo lugar de Satanás, y sufren su burla; él les toma el pelo de una forma y de otra, hasta que están medio muertos, soportando todas las vicisitudes, todas las dificultades del mundo humano. Después de jugar con ellos, Satanás pone fin a su destino. Y así, ellos van pasando toda su vida en el aturdimiento de la confusión, sin disfrutar ni una vez de las buenas cosas que Dios ha preparado para ellos, sino dejándose perjudicar por Satanás y quedando destrozados. Hoy están tan debilitados y apáticos que no tienen inclinación alguna por hacer caso a la obra de Dios” (‘Obra y entrada (1)’ en “La Palabra manifestada en carne”). La revelación en las palabras de Dios es un retrato real de la vida humana. Pensé en cómo había pasado mis días, ahogado en un mal de amores, viviendo en un mundo imaginario de “amor romántico”. Me encontraba inextricablemente atrapado, y no tenía ninguna idea de que estos eran trucos de Satanás para burlarse de las personas, trampas diseñadas para atrapar a la gente y hacerla vivir sin objetivos y sin la tendencia de darse cuenta de la obra de Dios. Aunque me llamaba a mí mismo un creyente en Dios, pasaba mis días preocupándome y trabajando duro por amistad y amor, y si las circunstancias no hubieran cambiado para mí, todavía creería en esas “promesas de amor eterno” y “amigos leales”, y nunca habría escapado de ello. Debido a la ruptura con mi novia, corté todas mis relaciones con mis compañeros; sin ese ambiente tan ruidoso podría aquietar mi corazón, y dedicarme a mi fe en Dios. En las reuniones, a través de la comunicación con mis hermanos y hermanas, llegué a comprender un poco de la verdad y obtuve algo de experiencia en el amor y la amistad, y me di cuenta de que sólo buscando y entendiendo la verdad, los puntos de vista que uno tiene sobre las cosas pueden cambiar y nunca los engañará Satanás. Lentamente, mi corazón herido comenzó a sanar. Sentí el gozo que había perdido hacía tiempo, ya no estaba perdido ni vivía en dolor. Debido a que no había interrupciones del mundo exterior, pude calmar mi mente y enfocarme en las reuniones. Me interesé más y más por la fe en Dios, y desde ese momento comencé a cumplir con mis deberes.
Cuando mis parientes supieron que yo creía en Dios, la molestia que me provocaban no tenía fin. Pensaban que no tenía nada que hacer creyendo en Dios a tan temprana edad. Mi tía materna a menudo me pedía favores, mi tía paterna me pedía que hiciera negocios con ella, incluso mi madre adoptiva me presionaba para que me casara; me decía que ella cuidaría de mi hijo cuando naciera (porque ella no tenía hijos propios), y mi abuela lloraba y decía: “No tengo absolutamente ninguna objeción en contra de que tus padres crean en Dios, porque ellos trabajaron la mitad de su vida y dieron todo lo que tenían por vosotros, así que es tiempo de dejarlos descansar. Tú deberías enfocarte en comenzar una familia y una profesión”. Luego continuó describiendo cómo mi padre había crecido en la pobreza, cómo comenzó desde cero, cuánto había sufrido, cuán duro había trabajado, y decía que yo estaba en ese buen ambiente y que no tenía ideales. Su repentina “preocupación” por mí era muy halagadora. Yo estaba confundido, porque parecía que lo que todos ellos decían estaba bien, que todos querían lo mejor para mí, y como eran mis parientes más cercanos, desde luego, no me lastimarían. Estaba viviendo en refinamiento, y aunque sabía que esta era una batalla espiritual, ya no tenía fuerzas para luchar. En una reunión, un líder me mostró este pasaje de la palabra de Dios: “Durante miles de años, el pueblo chino ha llevado una vida de esclavo, y esto ha restringido sus pensamientos, sus conceptos, su vida, su lenguaje, su conducta y sus acciones hasta el punto de quedar sin la más ligera libertad. Varios miles de años de historia han convertido a un pueblo vital, poseído por un espíritu, en algo parecido a cadáveres despojados del espíritu. Son muchos los que viven bajo el cuchillo de carnicero de Satanás […]. Por fuera, los seres humanos parecen ser ‘animales’ altamente evolucionados; en realidad, viven y residen con demonios inmundos. Sin nadie que los asista, viven dentro de la emboscada de Satanás, atrapados en sus lazos sin manera de escapar. En lugar de afirmar que se reúnen con sus seres queridos en casas acogedoras y viven una vida feliz y satisfactoria, se debería decir que moran en el Hades, tratan con demonios y se juntan con diablos” (‘Obra y entrada (5)’ en “La Palabra manifestada en carne”). A través de la revelación en la palabra de Dios y la comunicación con mis hermanos y hermanas, me di cuenta de que si bien, externamente, parecían ser mis parientes y que sus palabras estaban de acuerdo con las necesidades de mi carne, sus pensamientos, conceptos, vida, lenguaje, acciones y comportamiento estaban limitados debido a la corrupción de Satanás. Son personas no creyentes, todos sus puntos de vista y todo lo que hablan proviene de Satanás, y lo que persiguen son los deseos malignos de la carne, ninguno de los cuales está de acuerdo con la verdad. Si los escucho, caeré en los planes de Satanás. No tengo nada de la verdad ni discernimiento, y tener mayor contacto con ellos sólo me degeneraría más. No ganaría nada de eso, ellos me podrían traer más perdición. En ese tiempo, tenía un poco de entendimiento acerca de las palabras de Dios dicho “Todos los que no creen, junto con los que no practican la verdad, ¡son demonios!”, pero yo todavía no lo comprendía por completo. Más tarde, Dios proveyó las circunstancias que me mostraron la verdadera esencia de los lazos familiares.
Nuestra familia siempre había sido una familia anfitriona y, un día en el 2005, por un informe de un malhechor, mis padres y varias hermanas y hermanos fueron detenidos por la policía del PCCh. Mi hermana biológica afortunadamente se salvó de ahogarse mientras escapaba, y sólo logró salvar su vida porque Dios la protegió. Mis padres y mis hermanas y hermanos en la casa de mi familia fueron detenidos y multados, y todos fueron torturados, y todos salieron lastimados. Cuando escuché la noticia, no pude controlar mis emociones. No tenía interés en cumplir con mis deberes. Pensé: “En un momento como este debería ir a mi casa sin importar nada. Mis padres me criaron, y ahora están en problemas, incluso si no puedo hacer nada, al menos debería estar allí para ver cómo están y consolarlos”. Así que tomé el tren y regresé directamente a la casa de mi tía paterna (que también cree en Dios) para ver a mis padres. En ese momento, vi que sus heridas no habían sanado, me sentí muy mal interiormente, y comencé a llorar. Sentí como si mis padres hubieran sido humillados. Eso fue cuando mis padres me contaron: Durante el escape de la policía, mi hermana biológica saltó al río (sucedió en diciembre, después del anochecer). El agua le llegaba al cuello, la corriente del río era fuerte, encontraron plantas salvajes enredadas en las piernas de sus pantalones, los zapatos se le trabaron en el barro, y no sabía nadar, así que era un total misterio cómo había podido llegar al otro lado. Dios la debe haber protegido de forma milagrosa, sino el resultado que habríamos contemplado hubiera sido terrible (las profundas aguas y la fuerte corriente se habían llevado la vida de un hombre de unos 40 años hace unos días). Luego, mi hermana biológica se escondió en la casa de una hermana mayor que le dio ropa para cambiarse mientras lloraba y secaba la ropa de mi hermana cerca del fuego, y, en verdad, la cuidó muy bien. Unos días después, la hermana se enteró que esa casa ya no era un lugar seguro, así que mi hermana biológica fue a esconderse a la casa de mi tía materna. Salió durante el día para llevar una carta a nuestra iglesia e informar a nuestro líder sobre la situación de mi familia, pero al regresar, la hija más pequeña de mi tía materna le dijo: “Oye, prima, ¿por qué has regresado? Pensé que te habías ido. Ya hemos juntado la cama”. Mi hermana se dio cuenta de que mi tía tenía miedo de involucrarse y que no quería que se quedara allí, así que, llorando, se fue de allí y se arriesgó a que la detuvieran al volver a casa porque no tenía adonde ir. Después de que mis padres fueron liberados, cuando supieron que mi hermana casi se había ahogado y cómo mi tía materna la había echado, se enojaron mucho pero mi tía materna, contestó con un tono de que estaba convencida de que ella tenía la razón: “Está bien, tenemos miedo de involucrarnos. Vosotros hicisteis que os detengan. ¡Teníais una vida perfecta, pero teníais que ir y arruinarla, y ahora casi habéis terminado con alguien muerto!”. Nunca imaginé que mis parientes más cercanos, las personas más cercanas a mí en el pasado, en un tiempo en el que el PCCh detenía a mi familia y en que sus vidas estaban en peligro, en un tiempo en el que el consuelo se necesita más que nunca, pronunciarían palabras tan inhumanas o hicieran cosas tan crueles. Saber que eran capaces de hacerlo me puso muy triste. Ninguna de las personas que más habíamos ayudado en el pasado vino a ver cómo estábamos o a consolarnos. Aquellos que tenían la mejor relación con nosotros no sólo no hablaban a mis padres, sino que evitaban encontrarse con ellos. Algunas personas que solían asentirnos con una reverencia ahora nos daban la espalda y chismeaban. Sólo nuestros hermanos y hermanas venían a visitarnos y a hablar en las noches. Nunca creí que nuestra familia pudiese alcanzar una situación tan deplorable. Una vez más, estaba atrapado en el dolor, con pensamientos de traición a Dios que se formaban en mi corazón. Luego, después de recibir una revelación de Dios, experimenté lo que mis hermanos y hermanas habían comunicado: “Las relaciones entre las personas sólo se basan en el interés mutuo, la familia y los amigos simplemente se ayudan unos a otros sobre la base del uso mutuo”. También recordé la charla de mis padres sobre lo que ganaron de su experiencia al ser detenidos. Por ejemplo: cuando el policía utilizó un látigo de cuero para golpear a mi padre, él dijo que no sintió tanto dolor, y que el cinturón se rompía en tres pedazos cuando lo golpeaba. Mi hermana dijo que no sintió nada de temor durante su experiencia y, aunque era diciembre, dijo que nunca sintió frío al salir del agua. Dios le dio fuerza y confianza extras. La detención del PCCh en realidad hizo que su fe fuera más firme. Los hizo más fuertes. Mi padre afirmó que nunca había creído las palabras de Dios en las que Él expone la maldad y el odio a la verdad del PCCh, por tanto admiraba al rey de los diablos, pero este incidente le demostró que el PCCh consistía simplemente en una banda de matones, bandidos que se llevarían cualquier cosa de nuestra casa que tuviera valor y que arrestarían a creyentes en Dios respetuosos de la ley en lugar de detener a asesinos y pirómanos. Sentí vergüenza cuando entendí que todos vivimos bajo el liderazgo de Dios, que todo lo que experimentamos es parte de la soberanía y de los planes de Dios, que ninguna persona posee el poder para ayudar a otra, que el afecto familiar sólo nos apartará de Dios, y que las cosas en las que las personas pueden ayudarse sólo están conforme a la carne, no a la verdad. Pensamientos como “no quiero que la carne de mis padres sufra”, no sólo no beneficiarán sus vidas, sino que tampoco tienen ningún beneficio para su salvación. Sólo Dios sabe lo que el hombre necesita, y Dios es el que más ama al hombre. Vi un pasaje de la palabra de Dios que decía: “Desde que Él creó el mundo, Dios ha hecho mucha obra que implica la vitalidad de la vida, ha hecho mucha obra que le da vida al hombre y ha pagado un gran precio para que el hombre pueda alcanzar la vida, porque Dios mismo es la vida eterna y Dios mismo es el camino por el cual el hombre resucita. Dios nunca está ausente del corazón del hombre y vive entre los hombres todo el tiempo. Ha sido la fuerza que impulsa la vida del hombre, el fundamento de la existencia del hombre, y un rico depósito para la existencia del hombre después del nacimiento. Él hace que el hombre vuelva a nacer y le permite vivir con constancia en cada función de su vida. Gracias a Su poder y Su fuerza de vida inextinguible, el hombre ha vivido generación tras generación, a través de las cuales el poder de la vida de Dios ha sido el pilar de la existencia del hombre, y por el cual Dios ha pagado un precio que ningún hombre ordinario ha pagado alguna vez. La fuerza de vida de Dios puede prevalecer sobre cualquier poder; además, excede cualquier poder. Su vida es eterna, Su poder extraordinario, y Su fuerza de vida ningún ser creado o fuerza enemiga la puede aplastar fácilmente. La fuerza de vida de Dios existe e irradia su reluciente resplandor, independientemente del tiempo o el lugar. El cielo y la tierra pueden sufrir grandes cambios, pero la vida de Dios para siempre es la misma. Todas las cosas pasan, pero la vida de Dios todavía permanece porque Dios es la fuente de la existencia de todas las cosas y la raíz de su existencia. La vida del hombre proviene de Dios, la existencia del cielo se debe a Dios, y la existencia de la tierra procede del poder de la vida de Dios. Ningún objeto que tenga vitalidad puede trascender la soberanía de Dios, y ninguna cosa que tenga vigor puede librarse del ámbito de la autoridad de Dios. De esta manera, independientemente de quiénes sean, todos se deben someter bajo el dominio de Dios, todos deben vivir bajo el mandato de Dios y nadie puede escapar de Su control” (‘Sólo el Cristo de los últimos días le puede dar al hombre el camino de la vida eterna’ en “La Palabra manifestada en carne”). A través de las palabras de Dios y de la realidad, vi cuán extraordinaria y maravillosa es la fuerza vital de Dios, que Él vive en medio del hombre todo el tiempo, guía a la humanidad y despliega Su poder en todo momento, y que cada persona vive en los planes por Dios. Al enfrentar la palabra de Dios, vi cuán pequeño que era yo y cuán insignificantes son los lazos familiares. ¿Qué podría haber hecho ante las dificultades que enfrentaba mi familia? ¿No era acaso Dios el que los protegía, los cuidaba, y los guiaba a través de las crisis? ¿Puede el amor del hombre por otra persona ser más grande que el amor de Dios por el hombre? Al mismo tiempo, las palabras de Dios me juzgaron: “¿Quién entre vosotros puede en verdad erogarse enteramente por Mí y ofrecer su todo por Mí? Todos sois tibios, tus pensamientos dan vueltas y vueltas, piensas en el hogar, en el mundo exterior, en la comida y en la ropa. A pesar de que estás delante de Mí haciendo cosas para Mí, en tu corazón sigues pensando en tu esposa, tus hijos y tus padres que están en casa. ¿Son todos ellos tu propiedad? ¿Por qué no los encomiendas a Mis manos? ¿No crees suficientemente en Mí? ¿O es que tienes miedo de que Yo haga disposiciones inapropiadas para ti? ¿Por qué siempre echas de menos tu hogar? ¡Y echas de menos a otras personas! ¿Ocupo Yo una determinada posición en tu corazón? Y tú sigues hablando de permitirme tener dominio sobre ti, y ocupar todo tu ser; ¡estas son todas mentiras engañosas! ¿Cuántos de vosotros estáis a favor de la iglesia con todo vuestro corazón? ¿Y quién de entre vosotros no piensa en sí mismo, sino que está a favor del reino de hoy? Piensa muy detenidamente en esto” (‘Capítulo 59’ de Declaraciones de Cristo en el principio en “La Palabra manifestada en carne”). Vi que aquello por lo que mi corazón se preocupaba seguía siendo mi familia, porque no tenía verdadera fe en Dios, todavía no podía confiarlos por completo en las manos de Dios; vi que no creía en la verdad y que, aunque cumplía con mis deberes en la casa de Dios, a menudo me preocupaba por mi familia, y no dejaba que Dios ocupara mi corazón. No podía respetar a Dios por sobre todo lo demás ni cumplir con mis deberes fielmente. Satanás me había engañado y afligido. De no haber sido por estas situaciones “desafortunadas” que me sucedieron, nunca hubiera visto las cosas claramente. Es como dice el himno de la palabra de Dios: “Cuando se trata del estado de la vida del hombre, el hombre aún tiene que encontrar la vida verdadera, porque todavía no ha visto las intenciones de la injusticia, la desolación y las miserables condiciones del mundo, y, por tanto, si no fuera por el advenimiento del desastre, la mayoría de las personas seguirían abrazando a la Madre Naturaleza y continuarían zambullidos en los sabores de la ‘vida’. ¿No es esta la realidad del mundo? ¿No es esta la voz de la salvación de la que Yo hablo al hombre? ¿Por qué entre la humanidad no ha habido nadie que me haya amado de verdad? ¿Por qué el hombre me ama únicamente en medio del castigo y las pruebas, pero nadie me ama bajo Mi protección?” (‘Las personas no conocen la salvación de Dios’ en “Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos”). De no haber sido por lo que me revelaron estas circunstancias, nunca hubiera comprendido verdaderamente las relaciones entre las personas, y todavía estaría controlado por los lazos familiares, el amor, y la amistad, inextricablemente atrapado en la búsqueda de estas cosas, engañado y sufriendo por ellas, feliz en mi ignorancia; además, nunca hubiera recibido la verdad, nunca hubiera tomado el camino correcto de la vida; fue la salvación de Dios la que me permitió no volver a probar el sabor de la “vida” otra vez. Cuando comprendí esto, decidí que creería en Dios incondicionalmente y buscaría la verdad para devolverle a Dios Su amor por mí.
Ahora hace algunos años que realizo mis deberes en la familia de Dios, y en la familia de Dios experimenté Su amor. Sin importar dónde lleve a cabo mis deberes, Dios siempre está allí para cuidarme. Me llevo bien con mis hermanos y hermanas, como si fuéramos una familia, no nos usamos, y no hay intercambio de beneficios. Ellos son tan sinceros que hasta incluso si nuestra corrupción se hace evidente por momentos, abrimos nuestro corazón y comunicamos el entendimiento sobre nosotros mismos, no hay resentimiento ni cautela. Nos ayudamos unos a otros y nos ofrecemos amor, todos son vistos de la misma manera, y no se trata a nadie de forma diferente porque sean ricos o pobres. Yo tengo problemas de salud, y me enfermo a menudo, pero mis hermanas y hermanos son considerados y me cuidan mucho, lo que me hizo experimentar que aun sin lazos de sangre entre hermanos y hermanas, se puede ser más cercano que los parientes. Me llevo bien con mis hermanos y hermanas, y con la guía de Dios, todos buscamos la verdad y luchamos para realizar nuestros deberes.
Mis experiencias a lo largo de estos años también me ayudaron a entender gradualmente la voluntad de Dios, como así también a ver que la obra que Él ha hecho en mí es la obra de amor y salvación, las palabras expresadas por Dios son la verdad, pero sobre todo son las palabras que salvan nuestra vida. Estas verdades se han convertido en el mejor cuidado y protección de Dios para mí. Si me apartara de ellas o no mirara las cosas desde la base que esas palabras proveen, me arruinaría a mí mismo. Estaba profundamente corrompido por Satanás y era incapaz de comprender directamente el significado de las palabras de Dios, por eso Dios dispuso diferentes circunstancias, personas, problemas y cosas, diseñados para mis necesidades, para beneficiarme y perfeccionarme, para ayudarme a entender Sus palabras. En medio de mis dificultades y pruebas, sin saberlo, llegué a ver que estas palabras expresadas por Dios son la verdad, que son las cosas que la humanidad necesita. No sólo le pueden otorgar vida a un ser humano y permitirle vivir como un hombre normal, sino que también nos indican el camino correcto de la vida, porque Dios es la verdad, el camino y la vida. Son las palabras de Dios las que me han traído hasta el día de hoy. Quiero mantenerlas como lema, como la señal que marque mi camino hacia adelante y mi guía de actuación. Aunque hay mucha verdad que yo no entiendo, a través de mi continua búsqueda de la verdad y del cumplimiento de mis deberes, Dios me dará esclarecimiento e iluminación para poder entender Sus palabras. Todavía hay mucha corrupción en mí que debe ser purificada, y necesito experimentar mucho más de la obra de Dios, así como Su juicio, Su castigo, las dificultades y los refinamientos que me acompañan. Me esforzaré mucho por buscar la verdad. No importa qué tribulaciones o dificultades recaigan sobre mí en el futuro, ¡seguiré a Dios hasta el final!
Vamos a leerlo juntos: Testimonio de fe