La respuesta de la palabra de Dios:
Para el hombre, la crucifixión de Dios concluyó la obra de Su encarnación, redimió a toda la humanidad y esto le permitió tomar posesión de las llaves del Hades. Todos piensan que Su obra se ha cumplido por completo. En realidad, para Dios sólo se ha realizado una pequeña parte de Su obra. Sólo ha redimido a la humanidad; no la ha conquistado, y menos aún ha cambiado la fealdad de Satanás en el hombre. Por esta razón, Dios afirma: “Aunque Mi carne encarnada pasó por el dolor de la muerte, esa no fue la meta total de Mi encarnación. Jesús es Mi amado Hijo y fue clavado en la cruz por Mí, pero no concluyó del todo Mi obra. Sólo llevó a cabo una porción de ella”. Así, Dios empezó la segunda ronda de planes para continuar con la obra de la encarnación. La intención suprema de Dios consiste en perfeccionar y ganar a todos los rescatados de las manos de Satanás, que es la razón por la cual Dios se preparó de nuevo para correr los peligros de venir en carne.
de ‘Obra y entrada (6)’ en “La Palabra manifestada en carne”
[…] En la Era de la Gracia, los demonios salían del hombre con la imposición de manos y la oración, pero los caracteres corruptos del hombre permanecían. El hombre fue curado de su enfermedad y se le perdonaron sus pecados, pero no se hizo en él la obra para poder expulsar los caracteres satánicos corruptos. El hombre sólo fue salvo y se le perdonaron sus pecados por su fe, pero su naturaleza pecaminosa no le fue quitada y permaneció en él. Los pecados del hombre fueron perdonados a través del Dios encarnado, pero eso no significa que el hombre no tenga pecado en él. Los pecados del hombre podían ser perdonados por medio de una ofrenda por el pecado, pero el hombre ha sido incapaz de resolver el problema de cómo no pecar más y cómo poder desechar completamente su naturaleza pecaminosa y ser transformado. Los pecados del hombre fueron perdonados gracias a la obra de la crucifixión de Dios, pero el hombre siguió viviendo en el viejo carácter satánico y corrupto. Así pues, el hombre debe ser completamente salvo de este carácter satánico corrupto para que la naturaleza pecadora del hombre sea del todo desechada y no se desarrolle más, permitiendo así que el carácter del hombre cambie. Esto requiere que el hombre entienda la senda del crecimiento en la vida, el camino de la vida, y el camino del cambio de su carácter. También necesita que el hombre actúe de acuerdo con esa senda, de forma que su carácter pueda ser cambiado gradualmente y él pueda vivir bajo el brillo de la luz y que pueda hacer todas las cosas de acuerdo con la voluntad de Dios, desechar el carácter satánico corrupto, y liberarse de la influencia satánica de las tinieblas, aflorando de este modo totalmente del pecado. Sólo entonces recibirá el hombre la salvación completa. […] Por tanto, después de completarse esta etapa, aún queda la obra de juicio y castigo. Esta etapa hace al hombre puro por medio de la palabra al darle una senda que seguir. La misma no sería fructífera ni tendría sentido si continuase con la expulsión de demonios, porque la naturaleza pecaminosa del hombre no sería abandonada y el hombre sólo se detendría tras el perdón de los pecados. A través de la ofrenda por el pecado, estos se le han perdonado al hombre, porque la obra de la crucifixión ya ha llegado a su fin y Dios ha vencido a Satanás. Pero el carácter corrupto del hombre sigue en él y este todavía puede pecar y resistir a Dios; Dios no ha ganado a la humanidad. Esa es la razón por la que en esta etapa de la obra Dios usa la palabra para revelar el carácter corrupto del hombre y pide a este que practique de acuerdo con el camino adecuado. Esta etapa es más significativa que la anterior y también más fructífera, porque, ahora, la palabra es la que provee directamente la vida del hombre, y permite que su carácter sea completamente renovado; es una etapa de obra más concienzuda. Así pues, la encarnación en los últimos días ha completado el sentido de la encarnación de Dios y ha terminado por completo el plan de gestión de Dios para la salvación del hombre.
de ‘El misterio de la encarnación (4)’ en “La Palabra manifestada en carne”
¿Por qué se ha dicho que la práctica de los que están en las iglesias religiosas está pasada de moda? Porque lo que ponen en práctica está separado de la obra de la actualidad. En la Era de la Gracia, lo que ponían en práctica estaba bien, pero a medida que la era ha pasado y la obra de Dios ha cambiado, su práctica poco a poco ha pasado de moda. La nueva obra y la nueva luz la han dejado atrás. Basada en su fundamento original, la obra del Espíritu Santo ha avanzado varios pasos más profundos. Pero esas personas todavía siguen atoradas en la etapa original de la obra de Dios y todavía se adhieren a las viejas prácticas y a la antigua luz. La obra de Dios puede cambiar grandemente en tres o cinco años, así que, ¿no ocurrirán mayores transformaciones en el curso de 2.000 años? Si el hombre no tiene una nueva luz o práctica, quiere decir que no ha mantenido el paso con la obra del Espíritu Santo. Esta es la falla del hombre; la existencia de la nueva obra de Dios no se puede negar porque hoy, los que tienen la obra original del Espíritu Santo todavía acatan prácticas pasadas de moda. La obra del Espíritu Santo siempre se está moviendo hacia adelante y todos los que están en la corriente del Espíritu Santo también deberían estar avanzando más profundo y cambiando, paso a paso. No se deben detener en ninguna etapa. Sólo los que no conocen la obra del Espíritu Santo permanecerían entre Su obra original y no aceptarían la nueva obra del Espíritu Santo. Sólo los que son desobedientes serían incapaces de obtener la obra del Espíritu Santo. Si la práctica del hombre no mantiene el paso con la nueva obra del Espíritu Santo, entonces la práctica del hombre con toda seguridad se ha separado de la obra de la actualidad y con toda seguridad es incompatible con la obra de la actualidad. Personas pasadas de moda como estas sencillamente no pueden alcanzar la voluntad de Dios, mucho menos podrían convertirse en esas personas del final que darán testimonio de Dios. Toda la obra de gestión, además, no se podría concluir entre tal grupo de personas. Para los que una vez se aferraron a la ley de Jehová, y para los que una vez sufrieron por la cruz, si no pueden aceptar la etapa de la obra de los últimos días, entonces todo lo que hayan hecho habrá sido en vano e inútil. […]
[…]
[…] En cada periodo de tiempo, Dios comenzará una nueva obra, y en cada periodo habrá un nuevo comienzo entre los hombres. Si el hombre sólo acata las verdades de que “Jehová es Dios” y “Jesús es Cristo”, que son verdades que sólo se aplican a una era, entonces el hombre nunca mantendrá el paso con la obra del Espíritu Santo y nunca podrá obtener la obra del Espíritu Santo. […] Muchos hasta creen que todos los que rechazan la antigua ley y aceptan la nueva obra no tienen conciencia. Estas personas, que sólo hablan de la conciencia, y que no conocen la obra del Espíritu Santo, al final de cuentas sus propias conciencias les truncarán sus perspectivas. La obra de Dios no acata la doctrina, y aunque es Su propia obra, siendo Dios no se aferra a ella. Lo que se debe negar se niega, lo que se debe eliminar se elimina. Pero el hombre se coloca en enemistad contra Dios aferrándose a una parte pequeña de la obra de la gestión de Dios. ¿No es esto lo absurdo del hombre? ¿No es esto la ignorancia del hombre? Entre más tímidas sean las personas, y sean demasiado cautelosas porque tienen miedo de no obtener las bendiciones de Dios, más incapaces son de obtener mayores bendiciones y de recibir la bendición final. Aquellas personas que servilmente acatan la ley, todas demuestran la mayor lealtad hacia la ley, y entre más demuestren esa lealtad hacia la ley, más rebeldes son al oponerse a Dios. Porque ahora es la Era del Reino y no la Era de la Ley, y la obra de la actualidad no se puede mantener en contra de la obra del pasado y la obra del pasado no se puede comparar con la obra de la actualidad. La obra de Dios ha cambiado y la práctica del hombre también ha cambiado; no es aferrarse a la ley o llevar la cruz. Así, la lealtad de las personas hacia la ley y la cruz no ganará la aprobación de Dios.
de ‘La obra de Dios y la práctica del hombre’ en “La Palabra manifestada en carne”
Debido a que hay continuamente nuevos avances en la obra de Dios, siempre hay un nuevo trabajo, y por tanto también hay trabajo que se vuelve obsoleto y viejo. Esta obra antigua y nueva no son contradictorias, sino que se complementan; cada paso es consecuencia del anterior. Debido a que surge nuevo trabajo, las cosas viejas, por supuesto, deben ser eliminadas. […] La obra de Dios es siempre nueva y nunca vieja, y nunca forma doctrinas, y es, en cambio, están cambiando y renovándose continuamente en mayor o menor grado. Este trabajo es la expresión del carácter inherente de Dios mismo. Es también el principio inherente de la obra de Dios, y uno de los medios por los cuales Dios logra Su gestión. Si Dios no trabajara de esta manera, el hombre no cambiaría ni sería capaz de conocer a Dios, y Satanás no sería derrotado. Por tanto, en Su obra ocurren cambios continuos que pueden parecer erráticos, pero que en realidad son periódicos. Sin embargo, la manera en la que el hombre cree en Dios es bastante diferente: él se aferra a viejos sistemas y doctrinas que le son familiares, y cuanto más viejas sean, más apetecibles son para él. ¿Cómo podría la mente necia del hombre, una mente que es tan intransigente como la piedra, aceptar tan insondables nueva obra y palabras de Dios? […] La intención de Dios siempre ha sido que Su obra sea nueva y viva, no vieja y muerta, y aquello en lo que Él hace que el hombre se mantenga firme varía con la era y la época y no es eterno ni inmutable. Esto es debido a que Él es un Dios que lleva al hombre a vivir y ser nuevo, en vez de un diablo que lleva al hombre a la muerte y a ser viejo. ¿Aún no comprendéis esto? Tú tienes nociones sobre Dios y eres incapaz de desprenderte de ellas, porque eres de mente cerrada. No es porque la obra de Dios tenga poco sentido, o porque la obra de Dios sea inhumana, ni, menos aún, se debe a que Dios sea siempre negligente con Sus deberes.
de ‘Solo pueden servir a Dios los que conocen Su obra de hoy’ en “La Palabra manifestada en carne”
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