Todos los creyentes esperan ser arrebatados al reino de los cielos cuando el Señor venga, así que, ¿qué clase de personas podrán entrar en él? Aquí hay dos opciones.
A. Aquellos cuyos pecados han sido perdonados.
B. Los que son purificados del pecado.
La B es correcta. El Señor Jesús dijo: “En verdad, en verdad os digo que todo el que comete pecado es esclavo del pecado; y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí permanece para siempre” (Juan 8:34-35). También la Biblia dice, “[…] la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12:14).
Dios dice: “Un pecador como alguno de vosotros, que acaba de ser redimido y que no ha sido cambiado o perfeccionado por Dios, ¿puedes ser conforme al corazón de Dios? Para ti, que aún eres del viejo ser, es cierto que Jesús te salvó y que no perteneces al pecado gracias a la salvación de Dios, pero esto no demuestra que no seas pecador ni impuro. ¿Cómo puedes ser santo si no has sido cambiado? En tu interior, estás cercado por la impureza, egoísta y miserable, pero sigues deseando descender con Jesús; ¡tendrías que tener tanta suerte! Te has saltado un paso en tu creencia en Dios: simplemente has sido redimido, pero no has sido cambiado. Para que seas conforme al corazón de Dios, Él debe realizar personalmente la obra de cambiarte y purificarte; si sólo eres redimido, serás incapaz de alcanzar la santidad. De esta forma no serás apto para participar en las buenas bendiciones de Dios, porque te has saltado un paso en la obra de Dios de gestionar al hombre, que es el paso clave del cambio y el perfeccionamiento. Y así, tú, un pecador que acaba de ser redimido, no puedes heredar directamente la herencia de Dios”.
Extracto de “La Palabra manifestada en carne”
Entendemos por la Palabra de Dios que el hombre sólo puede entrar en el reino de los cielos si alcanza la santidad. Después de creer en el Señor Jesús, sólo hemos sido perdonados de nuestros pecados, nuestra naturaleza pecaminosa no ha sido cambiada y purificada, así que todavía a menudo pecamos y nos resistimos a Dios involuntariamente. Por ejemplo, podemos mentir y engañar por nuestros propios intereses y prestigio, pecar por nuestros deseos carnales, ser vanidosos y seguir las tendencias malvadas del mundo. Especialmente, cuando nos encontramos con los desastres naturales o causados por el hombre, aún podemos malinterpretar y culpar a Dios. Entonces, nosotros, los que pecan habitualmente, esclavos del pecado que aún no hemos logrado la santidad, ¿cómo es posible que estemos cualificados para entrar en el reino de los cielos? Por lo tanto, Dios realizará una etapa más de la obra de juicio y de purificación en los últimos días, esto cumple la Escritura: “Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios” (1 Pedro 4:17). Dios llevará a cabo dicha obra según las necesidades del hombre, para resolver su naturaleza pecaminosa a fondo, hacerlo santo, y finalmente llevarlo al reino de los cielos. Por ende, aquellos cuyos pecados han sido perdonados todavía no pueden ser llevados directamente al reino de los cielos por Dios, solo aceptando la obra de juicio y de purificación de Dios en los últimos días y alcanzando la santidad, podrán entrar en allá.
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