¿Por qué aquellos que tienen buenos comportamientos aún no alcanzan el verdadero arrepentimiento?

 

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Reflexion del evangelio de hoy: ¿Por qué aquellos que tienen buenos comportamientos aún no alcanzan el verdadero arrepentimiento?

 

Hoy echemos un vistazo al mensaje de la hermana Maidana: “Hoy en día, los desastres ocurren constantemente en todo el mundo, esta es precisamente la forma en que Dios nos recuerda que debemos arrepentirnos. Creo que mientras oremos con frecuencia y confesemos nuestros pecados, seamos pacientes y tolerantes con los demás, tengamos un corazón bueno y caritativo, nos controlemos para no hacer malo y nos arrepintamos ante el Señor, podremos ser arrebatados al reino de los cielos cuando venga Él. Sin embargo, algunas personas dicen que comportarse bien no es lo mismo que arrepentirse de verdad. Estoy muy perpleja de esto, ¿por qué dicen así? ¿Podrían ustedes hablar conmigo sobre esto?

 

Estamos encantados de responder la pregunta de la hermana Maidana. En primer lugar, debemos saber que el verdadero arrepentimiento significa que cuando ponemos en práctica las palabras de Dios, logramos la purificación del pecado y dejamos de pecar y de resistirnos a Él. Y aunque podemos orar y asistir a la Misa y hacer unas buenas obras, ¿significa esto que estamos libres de la atadura del pecado y ya paramos de pecar y no nos oponemos a Dios? ¿Significa que alcanzamos la purificación? La verdad que todavía vivimos a menudo en la condición de pecar y confesar, cometiendo pecados y resistiéndonos a Dios involuntariamente. ¿Cómo puede alguien así ser una persona que se ha arrepentido verdaderamente?

 

Dios Todopoderoso dice: “Los cambios que son meramente de comportamiento son insostenibles. Si no hay una alteración en el carácter de la vida de las personas, tarde o temprano su lado agresivo se pondrá de manifiesto. Como la fuente de los cambios en su conducta es el fervor, acompañado de un poco de obra realizada por el Espíritu Santo en ese momento, resulta extremadamente fácil para ellas el volverse fervientes o mostrar bondad temporalmente. Como afirman los incrédulos: “Hacer una buena obra es fácil; lo difícil es llevar toda una vida de buenas obras”. Las personas son incapaces de hacer buenas obras durante toda su vida. La vida dirige su conducta; tal como es su vida, así es su conducta, y solo aquello que se revela de forma natural representa la vida y la naturaleza de una persona. Las cosas falsas no pueden perdurar. Cuando Dios obra para salvar al hombre no lo hace para adornarlo con una buena conducta; la finalidad de la obra de Dios consiste en transformar el carácter de las personas, en hacerlas nacer de nuevo como nuevas personas. […] Comportarse bien no es lo mismo que someterse a Él, y mucho menos equivale a ser compatible con Cristo. Los cambios de conducta se basan en la doctrina y nacen del fervor; no se basan en el verdadero conocimiento de Dios ni en la verdad, y menos aún se apoyan en la guía del Espíritu Santo. Aunque hay ocasiones en las que el Espíritu Santo dirige algo de lo que las personas hacen, esto no es una expresión de la vida; mucho menos es lo mismo que conocer a Dios. Por muy buena que sea la conducta de una persona, no demuestra que esta se haya sometido a Dios ni que ponga en práctica la verdad. Los cambios en la conducta son una mera ilusión momentánea, nada más que la manifestación del celo. No pueden considerarse expresiones de la vida”.

 

Extracto de “La Palabra manifestada en carne”

 

Las palabras de Dios nos hacen entender que los buenos comportamientos son lo que hacen las personas con entusiasmo, solo son manifestaciones temporales e insostenibles. Tan pronto como se encuentren con dificultades, culparán y se resistirán a Dios. Al igual que cuando estamos enfermos y nos encontramos con desastres naturales o provocados por el hombre y con sufrimientos o pruebas, todavía razonamos involuntariamente con Dios, quejándonos de que Dios no nos protege, etc. Es obvio que nuestra naturaleza pecaminosa de resistir a Dios no ha sido limpiada y aún no logramos el sincero arrepentimiento.

 

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