Por Liang Zhi, Estados Unidos
Dios Todopoderoso dice: “Desde que las personas empezaron a creen en Dios, han albergado muchas intenciones incorrectas. Cuando no estás poniendo en práctica la verdad, sientes que todas tus intenciones son correctas, pero, cuando te ocurra algo, verás que hay muchas incorrectas dentro de ti. Así pues, cuando Dios hace perfectas a las personas, provoca que se den cuenta de los muchos conceptos que hay en ellas y que están obstruyendo su conocimiento de Dios. Cuando reconoces que tus intenciones son erróneas, si eres capaz de dejar de practicar de acuerdo a tus conceptos e intenciones, de dar testimonio de Dios y de mantenerte firme en tu posición en todo lo que te acontece, esto demuestra que te has rebelado contra la carne. Cuando lo has hecho, se produce inevitablemente una batalla en tu interior. Satanás intentará y hará que las personas lo sigan, que sigan las nociones de la carne y defiendan los intereses de la carne, pero las palabras de Dios esclarecerán e iluminarán a las personas en su interior, y en ese momento está en ti seguir a Dios o a Satanás. Dios pide a las personas que pongan en práctica la verdad principalmente para ocuparse de las cosas de su interior, de sus pensamientos y sus nociones que no son según Su corazón. El Espíritu Santo toca a las personas en su corazón y las esclarece e ilumina. Por tanto, existe una batalla detrás de todo lo que acontece: cada vez que las personas ponen en práctica la verdad, o el amor a Dios, se desencadena una gran batalla, y aunque todo pueda parecer estar bien con su carne, en lo profundo de sus corazones se estará desarrollando de hecho una batalla a vida o muerte. Sólo después de esta intensa lucha, después de una tremenda cantidad de reflexión, puede decidirse la victoria o la derrota. Uno no sabe si reír o llorar. Como muchas de las intenciones internas de las personas son erróneas, o como gran parte de la obra de Dios entra en conflicto con sus nociones, cuando las personas ponen en práctica la verdad, se libra una gran batalla entre bambalinas. Una vez puesta en práctica esta verdad, las personas derramarán detrás del escenario innumerables lágrimas de tristeza antes de decidirse por fin a satisfacer a Dios” (‘Solo amar a Dios es realmente creer en Él’ en “La Palabra manifestada en carne”). Después de leer las palabras de Dios, sentí profundamente que practicar la verdad no es, en absoluto, algo sencillo, y que realmente es necesaria una batalla espiritual. Hace varios años, mi cuñada fue revelada como una hacedora de maldad. La Iglesia tenía la intención de expulsarla, pero yo me contuve por mis sentimientos y fui incapaz de practicar la verdad. Mi corazón se debatía entre una opción y otra y me sentía muy desgraciado. Finalmente, a través del juicio y las revelaciones de la palabra de Dios, vi claramente el peligro y las consecuencias de actuar según mis emociones. Solo entonces pude abandonar mi carne, dejar ir mis sentimientos, exponer y rechazar a la hacedora de maldad, y, finalmente, disfrutar de la paz y la seguridad que traen la práctica de la verdad.
Fue en 2017 cuando regresé para asumir labores de liderazgo en mi iglesia local. En una reunión, los hermanos y hermanas me dijeron que, durante la realización de sus deberes como líder de la Iglesia, Han Bing, mi cuñada, al dar enseñanza en las reuniones, se había dedicado a alardear pronunciando palabras y doctrinas superficiales. Dondequiera que había ido, había hablado acerca de los deberes que había llevado a cabo y cómo había sufrido para hacer que otros la adoraran y la escucharan. Después de que los hermanos y hermanas habían hablado con ella acerca de algunos problemas que había con sus deberes, ella se había negado a dar enseñanza sobre la verdad para resolver estos problemas y había sermoneado a otras personas de una forma condescendiente. Sus sermones habían provocado que algunos de los hermanos y hermanas vivieran en un estado de negatividad y perdieran todo interés en sus deberes. Posteriormente, Han Bing fue reemplazada. Después de eso, se había negado a reflexionar y a conocerse a sí misma y había seguido instigando provocaciones y conflictos entre hermanos y hermanas, perturbando la vida de la Iglesia. Los líderes de la Iglesia habían conversado con ella varias veces y también la habían tratado y criticado, pero ella se había negado a aceptarlo. Había seguido siendo desobediente y estando insatisfecha y había seguido esparciendo negatividad, provocando perturbaciones severas en la vida de la Iglesia… Cuando me enteré de que Han Bing se había estado comportando de esta manera, me puse furioso. Recordé las palabras de Dios: “Aquellos que dan rienda suelta a su conversación venenosa y maliciosa dentro de la iglesia, que difunden rumores, fomentan la desarmonía y forman grupitos entre los hermanos y hermanas deben ser expulsados de la iglesia. Sin embargo, como esta es una era diferente de la obra de Dios, estas personas son restringidas, pues enfrentan cierta eliminación. Todos los que han sido corrompidos por Satanás tienen un carácter corrupto. Algunos no tienen nada más que un carácter corrupto, mientras que otros son diferentes: no solo su carácter ha sido corrompido por Satanás, sino que su naturaleza también es extremadamente maliciosa. No solo sus palabras y acciones revelan su carácter corrupto y satánico; además, estas personas son el auténtico diablo Satanás. Su comportamiento interrumpe y perturba la obra de Dios, perjudica la entrada a la vida de los hermanos y hermanas y daña la vida normal de la iglesia. Tarde o temprano, estos lobos con piel de oveja deben ser eliminados […]” (‘Una advertencia a los que no practican la verdad’ en “La Palabra manifestada en carne”). Cuando recordé este pasaje de las palabras de Dios, comprendí claramente que, al medirlas según las palabras de Dios, la naturaleza y la esencia de Han Bing eran, ciertamente, las de una hacedora de maldad. Los líderes y colaboradores de la Iglesia analizaron su conducta comparándola con las palabras de Dios, y dijeron que, aunque ella pudiera abandonarlo todo y esforzarse, y fuera capaz de sufrir y de pagar un precio al tiempo que cumplía sus deberes, era arrogante y engreída, no aceptaba la verdad en absolut0, era arbitraria e imprudente, perturbaba la vida de la Iglesia y se negaba a corregir sus errores incluso después de que se le había dicho que lo hiciera. Esto la convertía en una hacedora de maldad. De acuerdo con las normas de las disposiciones de la obra de la casa de Dios, tales personas deben ser expulsadas. Después de escuchar a tantos hermanos y hermanas decir que debía ser expulsada de la Iglesia, me sentí muy conflictuado: al observar su conducta, pude ver que ella realmente era una hacedora de maldad y debía ser expulsada, pero era la hermana menor de mi esposa y mis suegros me trataban bien y se preocupaban mucho por mi familia. Si se enteraban de que yo había votado por que expulsaran a Han Bing, ¿acaso no pensarían que yo era cruel, ingrato y malagradecido con la familia? ¿Cómo podría ver a la cara a mis parientes después de hacer tal cosa? Pero, como líder de la Iglesia, si yo no actuaba conforme a los principios, sabiendo perfectamente que había una hacedora de maldad en la Iglesia, y no la expulsaba, y si seguía permitiendo que esta hacedora de maldad perturbara la vida de la Iglesia y dañara al pueblo elegido de Dios, ¿no me convertiría eso en cómplice de una hacedora de maldad y en un enemigo de Dios? Tenía miedo de pensarlo más. En ese momento, me sentía entre la espada y la pared. No sabia qué hacer. La hermana Zhou me vio apesadumbrado, y me dijo: “Hermano Liang, Han Bing ha perturbado la vida de la Iglesia una y otra vez, y no muestra la más minima señal de arrepentimiento. Con base en los principios, ella debería ser expulsada de la Iglesia. Esto es proteger la obra de la Iglesia. ¡Eso es lo más importante! Necesitamos tomar en consideración la voluntad de Dios y no actuar basándonos en nuestras propias emociones y sentimientos personales”. Después de escucharla, me sentí todavía más en conflicto.
Justo en ese momento, algunos de los hermanos y hermanas me aconsejaron: “Han Bing ha creído en Dios durante muchos años, ha abandonado a su familia y su carrera para cumplir sus deberes, y ha sufrido mucho. Pensamos que debe dársele otra oportunidad de arrepentirse”. Cuando escuché esas palabras, supe claramente que estos hermanos y hermanas solo lo decían porque habían sido engañados por la apariencia externa de Han Bing de que hacía buenas obras, y que yo debía compartir con ellos la verdad para analizar la conducta de Han Bing para que ellos pudieran discernir su naturaleza y su esencia. Pero entonces pensé: Han Bing es la hija favorita de mis suegros; mi suegra está confundida en su creencia en Dios y no tiene discernimiento, y mi esposa es demasiado emocional. Si yo decidiera expulsar a Han Bing y exponer y analizar su conducta malévola con mis hermanos y hermanas, ¿acaso no estaría ofendiendo abiertamente a toda la familia de mi esposa? Si dijera algunas palabras buenas acerca de Han Bing frente a los hermanos y hermanas, y luego platicara con ella para pedirle que se arrepintiera y ya no provocara más perturbaciones, entonces existiría la posibilidad de que ella no tuviera que ser expulsada de la Iglesia, y, de ese modo, yo no tendría que ofender a la familia de mi esposa. Esta idea alivió parte de la ansiedad que estaba sintiendo, así que les dije a mis hermanos y hermanas: “Han Bing ciertamente ha hecho cosas malas y ha cometido transgresiones, pero es la voluntad de Dios salvar a las personas en la mayor medida posible, así que deberíamos darle otra oportunidad de arrepentirse. Si hace cosas malas nuevamente, no será demasiado tarde para expulsarla, y podemos hacer que lo acepte de todo corazón”. Cuando la hermana Zhou me escuchó decir estas palabras engañosas, pareció que quiso decir algo, pero, al final, permaneció en silencio. Nadie dijo nada más, y yo sentí que la tension en mi corazón disminuyó. Pensé para mis adentros que, finalmente, ya no necesitaba preocuparme acerca de ofender a mis suegros. Sin embargo, dos días después, me salieron de repente úlceras en la boca: fueron tres. Sentía como si tuviera fuego en la boca; me ardía brutalmente. Algunas veces me dolía tanto que no podía hablar o comer, y el dolor aumentó tanto que incluso me despertó en la noche. En medio de mi agonía, solo pude orar a Dios: “Dios, sé que estas úlceras insoportables que tengo en la boca y la lengua no me salieron simplemente como coincidencia; es Tu castigo y Tu disciplina hacia mí. ¡Oh, Dios! Deseo arrepentirme ante Ti”.
Posteriormente, durante mis devociones, vi el siguiente pasaje de las palabras de Dios: “Las personas que genuinamente creen en Dios siempre lo tienen en su corazón y siempre llevan en su interior un corazón reverente a Dios, un corazón que ama a Dios. Aquellos que creen en Dios deben hacer las cosas con cautela y prudencia, y todo lo que hagan debe estar de acuerdo con los requisitos de Dios y ser capaz de satisfacer Su corazón. No deben ser obstinados y hacer lo que les plazca; eso no corresponde al decoro santo. Las personas no deben desbocarse y ondear el estandarte de Dios por todas partes al tiempo que van fanfarroneando y estafando por todos lados; este es el tipo de conducta más rebelde. Las familias tienen sus reglas; ¿acaso no ocurre con más razón en la casa de Dios? ¿No son los estándares todavía más estrictos? ¿No hay todavía más decretos administrativos? Las personas son libres de hacer lo que quieran, pero los decretos administrativos de Dios no pueden alterarse a voluntad. Dios es un Dios que no tolera las ofensas por parte de los humanos; Él es un Dios que condena a muerte a las personas. ¿Acaso las personas realmente no lo saben ya?” (‘Una advertencia a los que no practican la verdad’ en “La Palabra manifestada en carne”). Las palabras de Dios me dejaron temblando de miedo. Vi que Su carácter es santo, justo y no tolera ofensas. En la casa de Dios, Cristo y la verdad tienen el poder. La actitud de Dios hacia los hacedores de maldad que alteran y perturban la obra de la Iglesia es de aversión y disgusto. Y para aquellos que tienen discernimiento, pero siguen estando del lado de los hacedores de maldad y hablan en su favor, la actitud de Dios es de extremo disgusto y furia. Han Bing, como alguien que se negó a practicar la verdad, que instigó provocaciones y conflictos y que perturbó y alteró la obra de la Iglesia, era, precisamente, el tipo de hacedor de maldad que la obra de Dios revela y era una persona que debía ser expulsada. Sin embargo, para proteger mi relación con la familia de mi esposa, actué abiertamente contra mi conciencia al traicionar los principios de la verdad. Protegí y justifiqué a una hacedora de maldad. Me puse del lado de una hacedora de maldad y actué para protegerla. ¿Acaso esto no me convirtió en colaborador y cómplice de una hacedora de maldad? Dios me honró al darme un deber de liderazgo, pero yo no tenía reverencia hacia Él en absoluto. Yo claramente comprendía la verdad, pero no la practicaba; por el contrario, participé en un engaño deliberado para mantener a una hacedora de maldad en la Iglesia, mientras que ella había perturbado la vida de la misma y había dañado a mis hermanos y hermanas. ¡Yo estaba ofendiendo, a sabiendas y deliberadamente, el carácter de Dios! Mis acciones podrían engañar a otras personas, pero no podrían engañar a Dios. Dios ve lo que hay en nuestro corazón. ¿Cómo podría Él tolerar a alguien como yo, que había actuado con semejante imprudencia arbitraria? Yo ya había cometido una transgresión y sabía que, si no me arrepentía, Dios me eliminaría. Así pues, me apresuré a orar a Dios para arrepentirme. Después de discutirlo con varios de mis compañeros de trabajo, recopilamos una lista de las acciones malvadas de Han Bing y solicitamos que fuera expulsada de la Iglesia. Después de que encontré la fuerza de voluntad para regresar a Dios, misteriosamente las úlceras de mi boca sanaron.
Dos días después, fui a casa de mi suegra a hacer algo y Han Bing estaba ahí. Cuando me vio, me lanzó una dura mirada y luego se dio la vuelta y se fue. Mi suegra me dijo, enojada: “Tu cuñada ha creído en Dios durante muchos años y ha sufrido mucho para difundir el evangelio. ¿Quién no tiene un carácter corrupto? Si la Iglesia la expulsa, ¿acaso no perderá la oportunidad de obtener la salvación de Dios? ¡No puedes ser tan cruel con ella!” Mi esposa también se metió en la conversación para hablar a favor de Han Bing. Cuando vi lo cercanas que eran y que tenían muy poco discernimiento en lo referente a Han Bing, hablé con ellas sobre su comportamiento malvado. Sin embargo, mi suegra no escuchó en absoluto. Por el contrario, me gritó furiosamente mientras brotaban lágrimas de sus ojos. Al ver su enojo, mi esposa también me reprendió. Cuando vi todo esto, me sentí tan débil y miserable que ni siquiera pude comer. Esa noche, mientras estaba acostado, di vueltas y vueltas en la cama, incapaz de conciliar el sueño sin importar cuánto lo intentara. Por un lado, tenía que expulsar a la hacedora de maldad para proteger la obra de la Iglesia, pero, por otro, estaban las acusaciones de mi esposa y mi suegra. ¿Qué debía hacer? Si expulsaba a mi cuñada, ofendería a toda la familia de mi suegra, lo cual afectaría mi relación con mi esposa y, posiblemente, llevaría a la desintegración de mi propia familia. Sin embargo, permitir que esta hacedora de maldad permaneciera en la Iglesia representaría un peligro para la vida de la misma y dañaría la vida de mis hermanos y hermanas. Pensar en todo esto me dejo sintiéndome muy triste y conflictuado. Todo lo que podía hacer era orar a Dios fervientemente: “Dios, me siento muy débil. En lo que se refiere a expulsar a Han Bing, yo no deseo ofenderte, pero estoy limitado por mis emociones y me cuesta poner en práctica la verdad. Te ruego que me des fortaleza y me guíes para vencer a las fuerzas de la oscuridad de modo que pueda permanecer firme y dar testimonio de Ti”.
Después de orar, leí más de las palabras de Dios: “En cada paso de la obra que Dios hace en las personas, externamente parece que se producen interacciones entre las personas, como nacidas de disposiciones humanas, o de la interferencia humana. Sin embargo, detrás de bambalinas, cada etapa de la obra, y todo lo que acontece, es una apuesta hecha por Satanás delante de Dios, y exige que las personas se mantengan firmes en su testimonio de Dios. Mira cuando Job fue probado, por ejemplo: detrás de la escena, Satanás estaba haciendo una apuesta con Dios, y lo que aconteció a Job fue obra de los hombres, y la interferencia de estos” (‘Solo amar a Dios es realmente creer en Él’ en “La Palabra manifestada en carne”). “Todos vosotros decís que tenéis consideración por la carga de Dios y defenderéis el testimonio de la Iglesia, pero ¿quién de vosotros ha considerado realmente la carga de Dios? Hazte esta pregunta: ¿Eres alguien que ha mostrado consideración por Su carga? ¿Puedes tú practicar la justicia por Él? ¿Puedes levantarte y hablar por Mí? ¿Puedes poner firmemente en práctica la verdad? ¿Eres lo bastante valiente para luchar contra todos los hechos de Satanás? ¿Serías capaz de dejar de lado tus emociones y dejar a Satanás al descubierto por causa de Mi verdad? ¿Puedes permitir que Mis intenciones se cumplan en ti? ¿Has ofrecido tu corazón en el momento más crucial? ¿Eres alguien que hace Mi voluntad? Hazte estas preguntas y piensa a menudo en ellas” (‘Capítulo 13’ de Declaraciones de Cristo en el principio en “La Palabra manifestada en carne”). Cada pregunta recriminatoria de las palabras de Dios penetró mi corazón con dolor y tristeza. Sentí en ellas la sinceridad acuciante de Su voluntad y Sus requisitos. Dios esperaba que yo manejara el asunto de la expulsión de la hacedora de maldad sin basarme en mis emociones o mis sentimientos personales, y que me pusiera firmemente del lado de Dios y practicara la verdad para cumplir Su voluntad. Pensé en Job durante sus pruebas, y cómo, mientras aparentemente su riqueza le era arrebatada, sus hijos murieron, sus sirvientes fueron asesinados y su esposa y sus tres amigos lo atacaron, detrás de todos estos acontecimientos estaba la apuesta que hizo Satanás con Dios. Eran las tentaciones de Satanás que le sobrevenían a Job. Finalmente, Job pudo ponerse del lado de Dios gracias a su fe y a su reverencia por Él. Él hizo que Satanás sufriera una humillación y un fracaso absolutos, y dio un testimonio firme y rotundo de Dios. Lo que externamente parecía ser una presión extra sobre mí por parte de mi suegra, era, de hecho, una batalla en el mundo espiritual. Era el engaño de Satanás. Era su intento de impedirme practicar la verdad al aprovecharse de mis apegos emocionales, para que la hacedora de maldad pudiera quedarse y seguir perturbando y destruyendo la obra de la Iglesia. Pero Dios también estaba utilizando este asunto para ponerme a prueba, para ver si yo me sometería a Satanás debido a las coacciones de mi esposa y mi suegra, o si, por el contrario, defendería la justicia, practicaría la verdad y actuaría de acuerdo con los principios. Si eligiera satisfacer mi carne y me pusiera del lado de Satanás, ¿no significaría eso que he caído en los engaños de este? Si hiciera eso, perdería el testimonio en presencia de Dios.
Cuando pensé en todo ello, comencé a reflexionar sobre mí mismo: en todo este tiempo, mientras me enfrentaba a esta decisión, ¿por qué me había sentido atrapado entre la espada y la pared y me había parecido todo tan terrible? Yo claramente entendía la necesidad de proteger la obra de la Iglesia, pero ¿por qué seguí actuando conforme a mis sentimientos y se me hizo difícil practicar la verdad y actuar de acuerdo con los principios? Posteriormente, leí el siguiente pasaje de las palabras de Dios y encontré la raíz del problema: “Nacido en una tierra tan sucia, el hombre ha sido gravemente asolado por la sociedad, ha sido influenciado por una ética feudal, y ha sido educado en ‘centros de educación superior’. Un pensamiento retrógrado, una moral corrupta, una mala visión de la vida, una filosofía despreciable para vivir, una existencia completamente inútil, y un estilo de vida y costumbres depravados, todas estas cosas han penetrado fuertemente dentro del corazón del hombre, y han socavado y atacado severamente su conciencia. Como resultado, el hombre está cada vez más distante de Dios, y es cada vez más contrario a Él. El carácter del hombre se vuelve cada vez más vicioso día tras día, y no hay una sola persona que voluntariamente renuncie a algo por Dios, ni una sola persona que voluntariamente obedezca a Dios, ni menos aún, una sola persona que busque voluntariamente la aparición de Dios. En vez de ello, bajo el campo de acción de Satanás, el hombre no hace más que buscar el placer, entregándose a la corrupción de la carne en la tierra del lodo” (‘Tener un carácter inalterable es estar en enemistad con Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”). Gracias a la palabra de Dios llegué a comprender que estaba viviendo dentro de mis emociones, incapaz de practicar la verdad y en un estado de rebeldía y resistencia hacia Dios, todo, porque había sido corrompido por Satanás. Satanás, el rey de los demonios, utilizó el adoctrinamiento social y la educación que recibí en la escuela para sembrar filosofías satánicas como “Cada hombre por sí mismo y sálvese quien pueda”, “La sangre tira mucho” y “El hombre no es inanimado; ¿cómo puede carecer de emociones?” en mí para hacer que viera mis sentimientos por otras personas como lo más importante en la vida, para hacerme pensar que las personas salvaguardan las relaciones y son sensibles a los sentimientos de los demás, que así es como se comportan las personas, y para hacerme creer que no hacerlo de esa manera sería cruel y desleal, y que sería culpado por otros debido a ello. Consideré que estas filosofías satánicas eran cosas positivas y que eran principios que debía seguir, y, al vivir mi vida de acuerdo con estas leyes y filosofías satánicas, me convertí en alguien sin principios y que está confundido en cuanto o a lo que está bien y lo que está mal; en una persona extremadamente egoísta, despreciable, astuta y engañosa. En cuanto a la expulsión de Han Bing, temía que mis familiares dijeran que yo era ingrato y cruel, y que eso separaría a mi familia. Esto me hizo desestimar la obra de la Iglesia y la vida de mis hermanos y hermanas. En verdad, fui egoísta y despreciable. Al comportarme de esta manera, fui verdaderamente ingrato y cruel. Si pensamos en por qué nuestra sociedad es tan oscura y malvada, y por qué no existe equidad o justicia, esto se debe a que todas las personas viven su vida de acuerdo con estas leyes y filosofías satánicas. En cualquier grupo de personas, estas solo se preocupan por las relaciones emocionales carnales. Las personas solo defienden a aquellas con quienes tienen una mayor cercanía. Aun cuando hagan algo ilegal o cometan un delito, las personas piensan en formas para protegerlas y ayudarlas, y confunden lo bueno y lo malo en un esfuerzo por defenderlas. Fue entonces que vi claramente que estas leyes y filosofías satánicas parecen ser razonables y morales y de acuerdo con las nociones humanas, pero que, de hecho, son falacias absurdas que Satanás utiliza para engañar y corromper a las personas. Están enemistadas con la verdad y con Dios. Cuando vivimos según estas cosas, solo podemos rebelarnos contra Dios y resistirnos a Él, dañar a los demás y manifestar la naturaleza de los demonios. En el pasado, yo había vivido de acuerdo con tales leyes y filosofías satánicas, había protegido al hacedor de maldad y había participado de sus actos erróneos. Pero Dios no usó mis transgresiones pasadas en mi contra y me dio una oportunidad de arrepentirme, por lo cual estoy muy agradecido con Él. Así pues, oré en silencio a Dios e hice un juramento: Dios, ya no deseo actuar según mis propias emociones. Solo deseo amar lo que Tú amas y odiar lo que Tú odias de acuerdo con Tus palabras, enarbolar los principios de la verdad y expulsar prontamente a los hacedores de maldad de la Iglesia.
Al día siguiente, en la reunión de colaboradores, me enteré por ellos que Han Bing aún no había llegado a conocerse a sí misma ni había mostrado algún arrepentimiento, y que seguía instigando provocaciones, fomentando la disensión e intentando formar grupos. Cuando escuché esto, me culpé todavía más. Me odié a mí mismo por haber actuado de acuerdo con mis emociones y por no haberla expulsado al tiempo y haberle permitido perturbar la vida de la Iglesia. Posteriormente, durante la siguiente reunión, comencé a utilizar conscientemente las palabras de Dios para analizar y discernir cada una de las conductas malvadas de Han Bing, y, a través de la enseñanza, los hermanos y hermanas que habían sido engañados por ella también desarrollaron discernimiento y comenzaron a rechazarla. Después de obtener un entendimiento de la verdad, mi esposa también llegó a desarrollar discernimiento acerca de la naturaleza y la esencia de Han Bing, y ya no argumentaba que se la había tratado de una manera injusta. Después de que Han Bing fue expulsada de la Iglesia, esta ya no fue perturbada por un hacedor de maldad, así que los hermanos y hermanas pudieron asistir a las reuniones y llevar a cabo sus deberes con normalidad otra vez. ¡Todos alabamos a Dios por Su justicia! Este incidente me hizo ver que, en la casa de Dios, Sus palabras y la verdad tienen el poder, que todas las cosas se manejan de acuerdo con los principios de la verdad, y que los no creyentes, los hacedores de maldad y los anticristos no pueden mantenerse en la casa de Dios. También experimenté en lo personal que vivir según las filosofías y leyes satánicas solo puede traernos dolor. No nos trae ningún beneficio, ni a nosotros ni a nadie más. Solo si vivimos según las palabras de Dios podremos alguna vez sentirnos verdaderamente seguros y en paz. Que hoy ya no viva según las filosofías y leyes satánicas, y que me haya liberado de las limitaciones de mis emociones, que pueda practicar algo de la verdad y que pueda vivir con un poco de rectitud; todo esto es gracias a la salvación de Dios y, en su totalidad, es un efecto que se logra a través del juicio y el castigo contenidos en las palabras de Dios.