El Salvador ya ha llegado en secreto para expresar la verdad y llevar a cabo la obra del juicio empezando desde la casa de Dios

 

Hace dos mil años el Señor Jesús profetizó Su retorno y ahora las profecías de Su regreso se han cumplido fundamentalmente. El Señor Jesús, nuestro ansiado Salvador, ha venido en secreto y es el Cristo de los últimos días, Dios Todopoderoso. Ha hecho la obra del juicio empezando desde la casa de Dios, ha revelado los misterios del plan de gestión de Dios de seis mil años y ha expresado todas las verdades para purificar y salvar a la humanidad. Nos ha revelado a nosotros, a la humanidad, la esencia santa y justa de Dios, así como Su carácter majestuoso y furioso que no tolerará ofensa alguna. Esto lo ha hecho para salvar completamente a la humanidad de su carácter corrupto, para ayudarla a liberarse de la influencia de Satanás, para formar un grupo de vencedores antes del desastre y por fin llevar a la humanidad a su hermoso destino.

 

Versículos bíblicos como referencia

 

“Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando Él, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad” (Juan 16:12-13).

 

“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (Apocalipsis 2:29).

 

“Si alguno oye mis palabras y no las guarda, yo no lo juzgo; porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. El que me rechaza y no recibe mis palabras, tiene quien lo juzgue; la palabra que he hablado, esa lo juzgará en el día final” (Juan 12:47-48).

 

“Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios” (1 Pedro 4:17).

 

“Y vi volar en medio del cielo a otro ángel que tenía un evangelio eterno para anunciarlo a los que moran en la tierra, y a toda nación, tribu, lengua y pueblo, diciendo a gran voz: Temed a Dios y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; adorad al que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas” (Apocalipsis 14:6-7).

 

Las palabras relevantes de Dios

 

Cuando Jesús vino al mundo del hombre, marcó el comienzo de la Era de la Gracia y terminó la Era de la Ley. Durante los últimos días, Dios se hizo carne una vez más y, con esta encarnación, finalizó la Era de la Gracia y marcó el inicio de la Era del Reino. Todos aquellos que sean capaces de aceptar la segunda encarnación de Dios serán conducidos a la Era del Reino, y, además, serán capaces de aceptar personalmente la guía de Dios. Aunque Jesús hizo mucha obra entre los hombres, sólo completó la redención de toda la humanidad y se convirtió en la ofrenda por el pecado del hombre; no lo libró de la totalidad de su carácter corrupto. Salvar al hombre totalmente de la influencia de Satanás no sólo requirió que Jesús se convirtiera en la ofrenda por el pecado y cargara con los pecados del hombre, sino también que Dios realizara una obra incluso mayor para librar completamente al hombre de su carácter satánicamente corrompido. Y, así, ahora que el hombre ha sido perdonado de sus pecados, Dios ha vuelto a la carne para guiar al hombre a la nueva era, y comenzó la obra de castigo y juicio. Esta obra ha llevado al hombre a una esfera más elevada. Todos los que se someten bajo Su dominio disfrutarán una verdad más elevada y recibirán mayores bendiciones. Vivirán realmente en la luz, y obtendrán la verdad, el camino y la vida.

 

Extracto de “Qué significa creer verdaderamente en Dios”

 

En el juicio que comienza en la casa de Dios del que se habló en tiempos pasados, el “juicio” de estas palabras se refiere al juicio que Dios dicta hoy sobre aquellos que vienen ante Su trono en los últimos días. Tal vez hay quienes creen en imaginaciones sobrenaturales, como que cuando hayan llegado los últimos días, Dios erigirá una gran mesa en los cielos sobre la cual se extenderá un mantel blanco y, luego, sentado en un gran trono con todos los hombres de rodillas sobre el suelo, Él revelará los pecados de cada hombre y así determinará si van a ascender al cielo o a ser enviados al lago de fuego y azufre. No importa lo que imagine el hombre, no puede alterar la esencia de la obra de Dios. Las imaginaciones del hombre no son sino los constructos de sus pensamientos; provienen del cerebro del hombre, resumidas y juntadas a partir de lo que el hombre ha visto y oído. Digo, por lo tanto, que por más brillantes que sean las imágenes concebidas, no son más que representaciones y no pueden sustituir el plan de la obra de Dios. El hombre, a fin de cuentas, ha sido corrompido por Satanás, así que, ¿cómo podría comprender los pensamientos de Dios? El hombre concibe la obra de juicio de parte de Dios como algo fantástico. Cree que puesto que es Dios mismo quien hace la obra de juicio, entonces esta obra debe ser de la más colosal escala e incomprensible para los mortales, y debe resonar a través de los cielos y sacudir la tierra; si no, ¿cómo podría ser la obra de juicio de Dios? Cree que como esta es la obra de juicio, entonces Dios debe ser particularmente imponente y majestuoso a medida que obra, y los que están siendo juzgados deben gritar con lágrimas y suplicar de rodillas por misericordia. Tales escenas deberían ser espectaculares, y profundamente enardecedoras… Todos imaginan que la obra de juicio de Dios debe ser milagrosa. ¿Sabes, sin embargo, que en el momento que Dios ha comenzado hace tiempo Su obra de juicio entre los hombres, permaneces acurrucado en un sueño letárgico? ¿Que en el momento que creas que la obra de juicio de Dios ha comenzado formalmente, Dios ya habrá hecho de nuevo el cielo y la tierra? En ese momento, tal vez sólo habrás acabado de entender el significado de la vida, pero la implacable obra de castigo de Dios te llevará, todavía profundamente dormido, al infierno. Sólo entonces te darás cuenta repentinamente de que la obra de juicio de Dios ya habrá concluido.

 

Extracto de “Cristo hace la obra de juicio con la verdad”

 

Algunos creen que Dios puede en algún momento desconocido venir a la tierra y aparecerse al hombre, tras lo cual juzgar personalmente a toda la humanidad, probándola uno por uno sin omitir a nadie. Los que piensan de esta manera no conocen esta etapa de la obra de encarnación. Dios no juzga al hombre uno por uno y no prueba al hombre uno por uno; hacerlo así no sería la obra de juicio. ¿No es la corrupción de toda la humanidad la misma? ¿No es la esencia de la humanidad la misma? Lo que se juzga es la esencia corrupta de la humanidad, la esencia del hombre que Satanás corrompió y todos los pecados del hombre. Dios no juzga los errores frívolos e insignificantes del hombre. La obra de juicio es representativa y no se lleva a cabo especialmente para una cierta persona, más bien, es la obra en la que un grupo de personas es juzgado con el fin de representar el juicio de toda la humanidad. Al llevar a cabo personalmente Su obra en un grupo de personas, Dios en la carne usa Su obra para representar la obra de toda la humanidad, después de lo cual se extiende gradualmente. La obra de juicio también es así. Dios no juzga a una cierta clase de persona o a un cierto grupo de personas, sino que juzga la injusticia de toda la humanidad, la oposición del hombre a Dios, por ejemplo, o la irreverencia del hombre contra Él o la interferencia del hombre a la obra de Dios, etc. Lo que se juzga es la esencia de la humanidad en su oposición a Dios y esta obra es la obra de conquista de los últimos días.

 

Extracto de “La humanidad corrupta necesita más que nadie la salvación del Dios encarnado”

 

Al mencionar la palabra “juicio”, es probable que pienses en las palabras que Jehová habló a todos los lugares y en las palabras de reproche que Jesús habló a los fariseos. A pesar de su severidad estas palabras no fueron el juicio que Dios hace al hombre, sólo fueron palabras habladas por Dios en diferentes entornos, es decir, en diferentes contextos. Estas palabras no son como las palabras habladas por Cristo al juzgar al hombre durante los últimos días. En los últimos días, Cristo usa una variedad de verdades para enseñar al hombre, para exponer la sustancia del hombre y para analizar minuciosamente sus palabras y acciones. Estas palabras comprenden verdades diversas tales como: el deber del hombre, cómo el hombre debe obedecer a Dios, cómo debe ser leal a Dios, cómo debe vivir una humanidad normal, así como la sabiduría y el carácter de Dios, etc. Todas estas palabras son dirigidas a la sustancia del hombre y a su carácter corrupto. En particular, las palabras que exponen cómo el hombre desdeña a Dios se refieren a que el hombre es una personificación de Satanás y una fuerza enemiga contra Dios. Al emprender Su obra de juicio, Dios no aclara simplemente la naturaleza del hombre con unas pocas palabras; la expone, la trata y la poda a largo plazo. Estos métodos de exposición, de trato y poda, no pueden ser sustituidos con palabras ordinarias, sino con la verdad de la que el hombre carece por completo. Sólo los métodos de este tipo pueden llamarse juicio; sólo a través de este tipo de juicio puede el hombre ser doblegado y completamente convencido de la sumisión a Dios y, además, obtener un conocimiento verdadero de Dios. Lo que la obra de juicio propicia es el entendimiento del hombre sobre el verdadero rostro de Dios y la verdad sobre su propia rebeldía. La obra de juicio le permite al hombre obtener mucho entendimiento de la voluntad de Dios, del propósito de la obra de Dios y de los misterios que le son incomprensibles. También le permite al hombre reconocer y conocer su esencia corrupta y las raíces de su corrupción, así como descubrir su fealdad. Estos efectos son todos propiciados por la obra de juicio, porque la esencia de esta obra es, en realidad, la obra de abrir la verdad, el camino y la vida de Dios a todos aquellos que tengan fe en Él. Esta obra es la obra de juicio realizada por Dios.

 

Extracto de “Cristo hace la obra de juicio con la verdad”

 

¿Entiendes ahora lo que es el juicio y lo que es la verdad? Si es así, te exhorto a someterte obedientemente a ser juzgado, de lo contrario nunca tendrás la oportunidad de ser elogiado por Dios o de ser llevado por Él a Su reino. Aquellos que sólo acepten el juicio, pero que nunca puedan ser purificados, es decir, los que huyan en medio de la obra de juicio, serán detestados y rechazados para siempre por Dios. Sus pecados son más numerosos y más graves que los de los fariseos, ya que han traicionado a Dios y son rebeldes contra Dios. Tales personas que no son dignas de realizar servicio, recibirán un castigo más severo, un castigo que es, además, eterno. Dios no eximirá a ningún traidor que alguna vez evidenció lealtad con palabras, pero que luego lo traicionó. Personas como estas recibirán retribución por medio del castigo del espíritu, del alma y del cuerpo. ¿Acaso no es esta precisamente una revelación del carácter justo de Dios? ¿Acaso no es esto el propósito de Dios al juzgar al hombre y revelarlo? Dios consigna a todos los que realizan todo tipo de acciones perversas durante el tiempo del juicio a un lugar infestado de espíritus malignos, y deja que estos espíritus malignos destruyan sus cuerpos carnales como deseen, y los cuerpos de estas personas despiden el hedor de los cadáveres. Tal es su apropiada retribución. Dios escribe en sus libros de registro todos y cada uno de los pecados de aquellos falsos creyentes desleales, falsos apóstoles y falsos colaboradores; entonces, cuando llegue el momento apropiado, Él los arrojará en medio de los espíritus inmundos, dejando que estos espíritus inmundos contaminen sus cuerpos enteros a voluntad para que nunca puedan ser reencarnados y nunca más vean la luz. Aquellos hipócritas que realizan servicio durante un tiempo pero son incapaces de permanecer leales hasta el final, son contados por Dios entre los malvados a fin de que caminen en el consejo de los malvados y se conviertan en parte de su desordenada chusma; al final, Dios los aniquilará. Dios echa a un lado y no presta atención a aquellos que nunca han sido leales a Cristo ni han contribuido nada de su fuerza, y en el cambio de era Él los aniquilará a todos. Ya no existirán en la tierra ni mucho menos obtendrán paso al reino de Dios. Aquellos que nunca han sido sinceros con Dios pero que han sido obligados por las circunstancias a lidiar indiferentes con Él, serán contados entre los que realizan servicio para Su pueblo. Solamente un pequeño número de tales personas podrán sobrevivir mientras que la mayoría perecerá junto con los que ni siquiera son aptos para realizar servicio. En última instancia, Dios llevará a Su reino a todos aquellos que son de la misma mente que Él, al pueblo y los hijos de Dios, y también a los predestinados por Él para ser sacerdotes. Serán la síntesis de la obra de Dios. En cuanto a los que no puedan ser clasificados en ninguna de las categorías establecidas por Dios, serán contados entre los incrédulos, y con toda seguridad os imaginaréis cómo terminarán. Ya os he dicho todo lo que debo decir; el camino que elijáis queda sólo a vuestra elección. Lo que debéis entender es esto: la obra de Dios nunca espera por nadie que no pueda seguir Su ritmo y el carácter justo de Dios no le muestra misericordia a ningún hombre.

 

Extracto de “Cristo hace la obra de juicio con la verdad”

 

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