Coro cristiano | El reino
El reino, la ciudad de los santos, el reino de Cristo.
En el reino, la riqueza y la gloria de Dios se manifiestan.
Los relámpagos alumbran desde el Oriente hasta el Occidente.
La luz verdadera está aquí, la palabra de Dios ha aparecido en la carne.
El Salvador regresó hace tiempo, descendió sobre una nube blanca.
Los santos han sido arrebatados hoy ante el trono para alabar a Dios.
Los santos del pasado han surgido de nuevo para mantenerse firmes en los últimos días.
Los santos son cruelmente perseguidos en China, la tierra de los demonios.
Durante seis mil años de historia, los santos han derramado sangre y lágrimas,
no han podido regresar a sus casas, han vagado de un lugar a otro, sin un lugar donde refugiarse.
En un abismo de miseria, un lugar oscuro donde no brilla el sol, baila la legión de Satanás.
Los seis mil años de lucha, sangre y lágrimas anuncian la llegada del reino.
Oímos la voz de Dios y somos arrebatados ante Su trono.
Experimentamos el juicio de Cristo y asistimos al banquete de boda del Cordero.
Logramos la purificación en las palabras de Dios y vemos Su justicia y santidad.
Conquistados y perfeccionados por las palabras de Dios, obtenemos Su salvación de los últimos días.
Entono cánticos y alabo los maravillosos actos de Dios Todopoderoso.
Colmo de infinitos elogios el carácter justo de Dios Todopoderoso.
Salto de alegría por la sabiduría y omnipotencia de Dios Todopoderoso.
No puedo amar más la humildad y ocultación de Dios Todopoderoso.
No poder recompensar el amor de Dios me duele y me hace sentir culpable.
Soy una persona con corazón y espíritu, ¿por qué no puedo amar a Dios?
Dios es mi apoyo, ¿qué hay que temer?
Entrego mi vida a luchar contra Satanás hasta el final.
Dios nos eleva, deberíamos dejarlo todo atrás y luchar para dar testimonio de Cristo.
Dios cumplirá Su voluntad en la tierra.
Tendré mi amor y lealtad preparados para entregárselos a Dios.
Recibiré con gozo el regreso de Dios cuando descienda en la gloria
y volveré a reunirme con Él cuando se haga el reino de Cristo.
Cristo ha venido a la tierra como hombre, en la carne para luchar.
Él seca las lágrimas de los santos y los salva de Satanás.
Odiamos a los demonios, los implacables enemigos de Dios.
Sus sangrientos crímenes son innumerables, han dejado muchos recuerdos vívidos.
Estamos repletos de odio y ya no podemos contener nuestra ira.
Condenamos a Satanás, oramos para que Satanás sea juzgado y los demonios duramente castigados.
La reconciliación no es posible, juramos luchar contra ellos hasta el final.
Sólo la destrucción del reino de Satanás puede aliviar el odio en nuestros corazones.
De la adversidad han salido muchos buenos soldados vencedores.
Somos vencedores junto con Dios y nos hemos convertido en testimonio de Dios.
El día que Dios logra la gloria llega con una fuerza irresistible.
La gente se dirige a raudales hacia esta montaña y entra en la luz de Dios.
El incomparable esplendor del reino debe manifestarse por todo el mundo.
El futuro del reino es prometedor e ilimitado; Dios mismo viene al mundo para tomar el poder.
Los santos del pasado surgen de nuevo de la muerte y gozan de bendiciones eternas.
El futuro del reino es prometedor e ilimitado; Dios mismo viene al mundo para tomar el poder.
Los santos del pasado surgen de nuevo de la muerte y gozan de bendiciones eternas.
El reino, la ciudad de los santos, el reino de Cristo.
En el reino, la riqueza y la gloria de Dios se manifiestan.
De “Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos”
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