Por Allie, Estados Unidos
Fui bautizada en el nombre del Señor Jesús en 1990 y en 1998, me había convertido en una colaboradora de la iglesia. Gracias a la obra y guía del Espíritu Santo, disponía de energía inagotable para trabajar para el Señor y mi pozo de sermones jamás se secó. Solía apoyar a los hermanos y hermanas que se sentían débiles o negativos y me mantenía paciente y tolerante cuando sus familias no creyentes eran poco amables conmigo. Sentía que había cambiado mucho desde que me había convertido en cristiana. Pero desde 2010, empecé a no sentir la guía del Señor y ya no tenía tanta energía para mi trabajo. Predicaba sobre las mismas cosas de siempre sin ningún nuevo esclarecimiento. Cuando mi esposo o mi hija hacían algo que no me gustaba, no podía evitar perder los estribos y regañarlos. Sabía que esa no era la voluntad del Señor, y oraba, me confesaba y me arrepentía, pero no podía evitar pecar de nuevo y ser impaciente e intolerante. Eso hacía que me sintiera desdichada. Leía diligentemente la Biblia, ayunaba y oraba para escapar de esa vida de pecado y confesión. Busqué a pastores para que me ayudaran a analizar esto, pero no podían ayudarme en absoluto.
En 2017, todavía estaba trabajando y predicando por todos lados, pero sentía una sensación de vacío e inquietud porque seguía viviendo en pecado, y ese sentimiento se volvía más y más fuerte. Un día, mi esposo me dijo: “Últimamente pareces muy deprimida. ¿Te ocurre algo malo?”. Compartí mis preocupaciones con él en respuesta a su pregunta, y le dije: “He estado pensando que todos estos años he sido una creyente y ahora soy una predicadora; entonces, ¿por qué no puedo dejar de vivir en pecado? No puedo sentir la presencia del Señor. Es como si Él me hubiera abandonado. He creído en el Señor durante años, he leído mucho la Biblia y he escuchado mucho el camino del Señor. A menudo me resigno a llevar mi cruz y a superarme a mí misma, pero siempre estoy sujeta al pecado. Miento para mi propio beneficio y prestigio, y no puedo lograr que ‘En su boca no fue hallado engaño’ (Apocalipsis 14:5). Sé que el Señor permite las dificultades y refinamientos a los que me enfrento, pero no puedo evitar culparlo y malinterpretarlo. No puedo someterme alegremente. Me temo que, si sigo viviendo en pecado de este modo, ¡no podré entrar en Su reino cuando el Señor venga!”.
En respuesta, él dijo: “¿Cómo puedes pensar eso? ¡Ten fe, eres una predicadora! ¿No dices siempre eso? Aunque vivimos en pecado y no hemos escapado de él, la Biblia dice que: ‘Si confiesas con tu boca a Jesús por Señor, y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo; porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación’ (Romanos 10:9-10), y ‘Todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo’ (Romanos 10:13). Vivimos en pecado y no estamos libres de él, pero nuestros pecados están perdonados. Estamos justificados y salvados por la fe. Mientras asistamos a los servicios, leamos la Biblia, llevemos nuestra cruz y sigamos al Señor, entraremos en el reino de los cielos y seremos bendecidos”. Y le dije: “Yo solía pensar eso, pero recientemente leí 1 Pedro 1:16: ‘Sed santos, porque Yo soy santo’ y Hebreos 12:14: ‘La santidad, sin la cual nadie verá al Señor’. Nos hemos salvado, pero seguimos pecando y confesándonos. No hemos alcanzado la santidad. Esto me preocupa. ¿Podemos entrar en el reino de los cielos en el estado en que estamos?”.
Después de escucharme, estuvo de acuerdo conmigo y dijo que la iglesia había invitado a un tal pastor Chen de Hong Kong, y me sugirió que le preguntara sobre aquel asunto. Pensé que tenía que adquirir claridad sobre esto, que no podía descuidar mi fe, de lo contrario, me causaría daño a mí misma y a mis hermanos y hermanas. Más adelante, busqué al pastor Chen en Internet, y en la página en que aparecía, descubrí el sitio web Evangelio del Descenso del Reino. Visité ese sitio y vi algunas palabras que me atrajeron. “El hombre recibió mucha gracia, como la paz y la felicidad de la carne, bendiciones sobre toda la familia por la fe de uno solo de sus miembros, la curación de las enfermedades, etc. El resto fueron las buenas obras del hombre y su apariencia piadosa; si alguien podía vivir con base en eso, se le consideraba un buen creyente. Sólo ese tipo de creyentes podían entrar en el cielo tras su muerte, lo que significaba que eran salvos. Pero durante su vida, estas personas no entendieron en absoluto el camino de la vida. Simplemente cometían pecados y después los confesaban, en un ciclo constante sin una senda para cambiar su carácter. Esa era la condición del hombre en la Era de la Gracia. ¿Ha recibido el hombre la salvación completa? ¡No! Por tanto, después de completarse esa etapa de la obra, aún quedaba la obra de juicio y castigo. Esta etapa tiene como objetivo hacer al hombre puro por medio de la palabra y, así, darle una senda que seguir. Esta etapa no sería fructífera ni tendría sentido si continuase con la expulsión de demonios, porque la naturaleza pecaminosa del hombre no sería extirpada y el hombre se detendría tras el perdón de los pecados. A través de la ofrenda por el pecado, al hombre se le han perdonado sus pecados, porque la obra de la crucifixión ya ha llegado a su fin y Dios ha vencido a Satanás. Pero el carácter corrupto del hombre sigue en él y este todavía puede pecar y resistirse a Dios y Dios no ha ganado a la humanidad. Esa es la razón por la que en esta etapa de la obra Dios usa la palabra para revelar el carácter corrupto del hombre y hace que este practique según la senda correcta. Esta etapa es más significativa que la anterior y también más fructífera, porque, ahora, la palabra es la que provee directamente la vida del hombre y permite que su carácter sea completamente renovado; es una etapa de obra mucho más concienzuda. Así pues, la encarnación en los últimos días ha completado el sentido de la encarnación de Dios y ha finalizado plenamente el plan de gestión de Dios para la salvación del hombre” (‘El misterio de la encarnación (4)’ en “La Palabra manifestada en carne”). Me sentí muy entusiasmada al leer esto. Describía a la perfección nuestra condición de creyentes, y aunque no lo entendí completamente, vi esperanza en ello. Sentí que podía hallar aquí el camino para ser purificada y transformada. Di gracias de todo corazón a Dios por escuchar mis oraciones. Mientras seguía leyendo, sentía que todo estaba maravillosamente escrito, y que mi espíritu sediento estaba siendo regado y pastoreado. Me pregunté si aquella gente podría solucionar mi desconcierto. En el sitio web decía: “Si tienes alguna pregunta, por favor, deja aquí tu mensaje”, así que les envié un mensaje sin la menor vacilación y les di mi número y mi correo electrónico.
Se lo conté a mi marido y me dijo que también estaba interesado en informarse. Al día siguiente, miembros de la Iglesia de Dios Todopoderoso se pusieron en contacto conmigo. Chateamos en línea esa tarde, y compartí lo que me estaba desconcertando. “Siempre nos hemos guiado por este versículo de Romanos que dice: ‘Si confiesas con tu boca a Jesús por Señor, y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo’ (Romanos 10:9). Creemos que nuestros pecados son perdonados por el Señor Jesús, por lo que estamos salvados y entraremos en el reino de los cielos cuando Él regrese. Pero seguimos viviendo en pecado, no podemos mantener las enseñanzas del Señor ni escapar del pecado. La Biblia dice que sin santidad no podemos ver al Señor. Estoy confusa: ¿Puede alguien como yo, que está constantemente pecando, entrar en el reino? En el sitio web de la Iglesia de Dios Todopoderoso dice que Dios está haciendo la obra del juicio y el castigo en los últimos días. ¿Está eso relacionado con huir de una naturaleza pecaminosa y entrar en el reino?”.
El hermano Chen compartió esta enseñanza con nosotros: “Para entender esto, primero tenemos que saber qué es ‘ser salvado’. A finales de la Era de la Ley, la gente se había alejado más de Dios y ya no le temían. Dado que nadie cumplía la ley y pecaban cada vez más, todos estaban en peligro de ser condenados y sometidos a muerte. Dios personalmente se hizo carne y fue crucificado como una ofrenda por el pecado para la humanidad, para salvarla de la muerte por la ley. Él redimió a toda la humanidad del pecado, así que todo lo que tenemos que hacer es orar en el nombre del Señor Jesús, confesarnos y arrepentirnos ante Él, y nuestros pecados serán perdonados. Entonces, podemos disfrutar de la gracia y las bendiciones de Dios sin ser condenados por la ley. Este es el verdadero significado de ‘ser salvado’ en la Era de la Gracia. Es decir, tan solo significa que nuestros pecados están perdonados, así que no estaremos condenados y sometidos a muerte por la ley, y que Dios ya no ve esos pecados. Pero eso no significa que no seamos pecadores, que ya no pequemos ni nos resistamos a Dios. Ser salvados no significa que no seamos corruptos ni que estemos purificados, y, sobre todo, no significa que estemos en condiciones de entrar en el reino de Dios. Para ser purificados, tenemos que aceptar la obra del juicio de Dios en los últimos días”.
He entendido, por las enseñanzas del hermano Chen, que “ser salvado” en Romanos significa aceptar la salvación del Señor Jesús y ya no estar condenado y sometido a muerte por la ley, pero no significa ser purificado. Sentí que había una verdad que buscar en esto.
El hermano Chen continuó leyéndonos varios pasajes de las palabras de Dios Todopoderoso: “En ese momento, la obra de Jesús era la obra de redención de toda la humanidad. Los pecados de todos los que creían en Él eran perdonados; mientras creyeras en Él, te redimiría; si creías en Él, dejabas de ser un pecador y eras liberado de tus pecados. Esto es lo que significaba ser salvado y ser justificado por la fe. Sin embargo, en aquellos que creían seguía habiendo algo de rebeldía y oposición a Dios que había que continuar eliminando lentamente. La salvación no significaba que el hombre hubiera sido ganado por completo por Jesús, sino que ya no pertenecía al pecado, que sus pecados habían sido perdonados. Si creías, ya no pertenecías al pecado” (‘La visión de la obra de Dios (2)’ en “La Palabra manifestada en carne”). “El hombre […] se le perdonaron sus pecados, pero en lo que se refiere a cómo el hombre sería despojado de las actitudes satánicas corruptas que había en su interior, esa obra todavía tenía que realizarse. El hombre sólo fue salvo y se le perdonaron sus pecados por su fe, pero su naturaleza pecaminosa no le fue quitada y permaneció en él. Los pecados del hombre fueron perdonados a través del Dios encarnado, pero eso no significó que el hombre ya no tuviera pecado en él. Los pecados del hombre podían ser perdonados por medio de la ofrenda por el pecado, pero en lo que se refiere a cómo puede lograrse que el hombre no peque más y cómo puede extirparse por completo y transformarse su naturaleza pecaminosa, él no tiene forma de resolver este problema. Los pecados del hombre fueron perdonados, y esto es gracias a la obra de crucifixión de Dios, pero el hombre siguió viviendo en su viejo carácter satánico corrupto del pasado. Así pues, el hombre debe ser completamente salvado de su carácter satánico corrupto para que su naturaleza pecadora le sea completamente extirpada y no se desarrolle más, permitiendo, así, que el carácter del hombre se transforme. Esto requeriría que el hombre entendiera la senda del crecimiento en la vida, el camino de la vida, y el camino del cambio de su carácter. También requeriría que el hombre actuara de acuerdo con esa senda, de forma que su carácter pueda ser cambiado gradualmente y él pueda vivir bajo el brillo de la luz y pueda ser conforme a la voluntad de Dios, despojarse de su carácter satánico corrupto, y liberarse de la influencia satánica de las tinieblas, emergiendo, así, totalmente del pecado. Sólo entonces recibirá el hombre la salvación completa” (‘El misterio de la encarnación (4)’ en “La Palabra manifestada en carne”). “Aunque Jesús hizo mucha obra entre los hombres, sólo completó la redención de toda la humanidad y se convirtió en la ofrenda por el pecado del hombre; no lo libró de la totalidad de su carácter corrupto. Salvar al hombre totalmente de la influencia de Satanás no sólo requirió que Jesús se convirtiera en la ofrenda por el pecado y cargara con los pecados del hombre, sino también que Dios realizara una obra incluso mayor para librar completamente al hombre de su carácter satánicamente corrompido. Y, así, ahora que el hombre ha sido perdonado de sus pecados, Dios ha vuelto a la carne para guiar al hombre a la nueva era, y comenzó la obra de castigo y juicio. Esta obra ha llevado al hombre a una esfera más elevada. Todos los que se someten bajo Su dominio disfrutarán una verdad más elevada y recibirán mayores bendiciones. Vivirán realmente en la luz, y obtendrán la verdad, el camino y la vida” (‘Prefacio’ en “La Palabra manifestada en carne”).
A continuación, el hermano Chen compartió sus enseñanzas con nosotros: “Las palabras de Dios son claras sobre la razón de Su obra de juicio en los últimos días. El Señor Jesús solo hizo la obra de redención en la Era de la Gracia Y, aunque perdonó nuestros pecados, nuestra naturaleza pecaminosa está profundamente arraigada, y todavía tenemos caracteres satánicos. Mentimos y engañamos para nuestro propio beneficio, somos celosos y detestables, seguimos las tendencias mundanas, somos codiciosos y nos deleitamos con la injusticia. Si nuestra naturaleza satánica no se resuelve, podemos pecar y resistirnos a Dios en cualquier momento. El Señor Jesús dijo: ‘En verdad, en verdad os digo que todo el que comete pecado es esclavo del pecado; y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí permanece para siempre’ (Juan 8:34-35). Dios es santo y Su carácter justo no tolerará ninguna ofensa. ¿Cómo podría dejar entrar en Su reino a la gente que constantemente peca y se opone a Él? Por eso, Dios se ha hecho carne de nuevo en los últimos días para salvar completamente a la humanidad. Expresa verdades para juzgar y purificar al hombre sobre la base de la obra de redención, para que los humanos podamos liberarnos completamente del pecado, ser purificados y entrar en el reino de Dios. Esto cumple las profecías del Señor Jesús: ‘Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando Él, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad’ (Juan 16:12-13). ‘El que me rechaza y no recibe mis palabras, tiene quien lo juzgue; la palabra que he hablado, esa lo juzgará en el día final’ (Juan 12:48). Y en 1 Pedro, dice: ‘Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios’ (1 Pedro 4:17). Si nos aferramos a la obra de redención de la Era de la Gracia sin aceptar el juicio de Dios de los últimos días, la raíz de nuestra pecaminosidad nunca podrá ser resuelta. Aceptar la obra de juicio de Dios Todopoderoso de los últimos días es la única manera de ser purificados de la corrupción y entrar en el reino de Dios”.
Escuchar las enseñanzas del hermano Chen me alegró el corazón. No es de extrañar que no pudiera evitar pecar por mucho que orara, leyera la Biblia o tratara de controlarme. Era porque mi pecaminosidad no había sido desarraigada. ¡No había experimentado la obra del juicio de Dios de los últimos días! ¿De qué manera la obra del juicio de Dios purifica, transforma y salva por completo a la gente? Se lo pregunté con verdadera avidez.
Nos leyó otro fragmento de las palabras de Dios Todopoderoso: “En los últimos días, Cristo usa una variedad de verdades para enseñar al hombre, para exponer la sustancia del hombre y para analizar minuciosamente sus palabras y acciones. Estas palabras comprenden verdades diversas tales como el deber del hombre, cómo el hombre debe obedecer a Dios, cómo debe ser leal a Dios, cómo debe vivir una humanidad normal, así como la sabiduría y el carácter de Dios, etc. Todas estas palabras están dirigidas a la sustancia del hombre y a su carácter corrupto. En particular, las palabras que exponen cómo el hombre desdeña a Dios se refieren a que el hombre es una personificación de Satanás y una fuerza enemiga contra Dios. Al emprender Su obra del juicio, Dios no aclara simplemente la naturaleza del hombre con unas pocas palabras; la expone, la trata y la poda a largo plazo. Estos métodos de exposición, de trato y poda no pueden ser sustituidos con palabras corrientes, sino con la verdad de la que el hombre carece por completo. Solo los métodos de este tipo pueden llamarse juicio; solo a través de este tipo de juicio puede el hombre ser doblegado y completamente convencido de la sumisión a Dios y, además, obtener un conocimiento verdadero de Dios. Lo que la obra de juicio propicia es el entendimiento del hombre sobre el verdadero rostro de Dios y la verdad sobre su propia rebeldía. La obra de juicio le permite al hombre obtener mucho entendimiento de la voluntad de Dios, del propósito de la obra de Dios y de los misterios que le son incomprensibles. También le permite al hombre reconocer y conocer su esencia corrupta y las raíces de su corrupción, así como descubrir su fealdad. Estos efectos son todos propiciados por la obra del juicio, porque la esencia de esta obra es, en realidad, la obra de abrir la verdad, el camino y la vida de Dios a todos aquellos que tengan fe en Él. Esta obra es la obra del juicio realizada por Dios” (‘Cristo hace la obra del juicio con la verdad’ en “La Palabra manifestada en carne”). Luego, el hermano Chen prosiguió su comunicación con nosotros. “En los últimos días, Dios expresa principalmente verdades para juzgar y purificar a la gente. Dios Todopoderoso ha expresado las verdades que salvan y purifican a la humanidad, desvelando los misterios de Su plan para salvar a la humanidad, revelando las raíces del mal y la oscuridad en el mundo, el modo en que Satanás corrompe al hombre y Dios salva al hombre, la verdad sobre la corrupción del hombre por parte de Satanás, la naturaleza satánica de la gente de pecar y resistirse a Dios y su carácter satánico, cómo la gente es purificada a través del juicio, el castigo, las pruebas y el refinamiento de las palabras de Dios, etcétera. Después de someternos al juicio y al castigo de las palabras de Dios durante unos cuantos años, sentimos que las palabras de Dios que juzgan y exponen a la humanidad son como una espada afilada, que revela nuestra rebeldía, corrupción y motivos equivocados, y muestra cuán profundamente hemos sido corrompidos por Satanás. Nos inunda el carácter satánico, arrogancia, engaño, maldad y bajeza, carecemos de semejanza humana. Aunque hagamos sacrificios en nuestra fe, lo hacemos solo para ser bendecidos y entrar en el reino de los cielos. Lo hacemos para hacer un trato con Dios, para obtener Su gracia y Sus bendiciones. No lo hacemos para obedecerle y satisfacerle. Cuando nos ocurre algún desastre o encontramos alguna otra dificultad, culpamos a Dios y no nos sometemos realmente a Él. Si tenemos algo de calibre, algún don o conseguimos logros en nuestro deber, alardeamos para que otros nos admiren, e incluso increpamos a los demás con arrogancia. Cuando la obra y las palabras de Dios no encajan con nuestras nociones, juzgamos y nos resistimos a Dios. No tememos a Dios. Cuando estamos expuestos por las palabras de Dios y los hechos, nos sentimos avergonzados, como si no tuviéramos dónde escondernos. Nos arrepentimos y nos odiamos a nosotros mismos y ya no queremos vivir más según nuestros caracteres corruptos y satánicos. También logramos una mejor comprensión del carácter justo de Dios y nuestra reverencia por Él crece. Estamos dispuestos a aceptar y a someternos al juicio y castigo de Dios, y a practicar la verdad para desechar la corrupción. Nuestro carácter de vida comienza a cambiar gradualmente. Todo esto se logra experimentando el juicio de Dios en los últimos días”.
Escuchar sus enseñanzas fue conmovedor para mí. Vi lo importante que es la obra del juicio de Dios en los últimos días, cómo Él expresa verdades para juzgar y exponer al hombre de formas muy prácticas. Todo ello para purificarnos y salvarnos completamente. Nuestro carácter corrupto nunca será purificado sin experimentar la obra del juicio de Dios de los últimos días y seremos totalmente indignos del reino de Dios. Después de unos cuantos días de enseñanzas, me convencí de que Dios Todopoderoso es el Señor Jesús retornado y que Sus palabras son lo que el Espíritu Santo dice a las iglesias. Acepté la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días sin vacilación. Durante todos estos años como creyente, he estado atrapada viviendo en el pecado, pero ahora he encontrado por fin el camino a la purificación y la salvación completa. ¡Gracias a Dios Todopoderoso!
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Fuente: Iglesia de Dios Todopoderoso