No hay nadie excepto Él que sepa lo que estamos pensando.
Nadie más conoce nuestra esencia y condición como la palma de su mano.
Nadie más puede juzgar la rebeldía o la corrupción del hombre.
Nadie puede hablarnos u obrar así sobre nosotros de parte de Dios en el cielo.
Nadie excepto Él puede tener la sabiduría y la autoridad de Dios.
Nadie excepto Él puede tener la dignidad de Dios.