Bienaventurados los pobres de espíritu: ¿cómo debemos ser uno de ellos?

 

Usted, el que ansía el regreso de Dios, ¿quiere ser uno de los pobres de espíritu para recibir a Dios cuanto antes? Estoy seguro de que la respuesta es Sí. Pues ¿cómo podemos alcanzarlo? En la Biblia se registra que cuando Natanael oyó la noticia de que el Señor había obrado, se aferraba a sus nociones e imaginaciones, diciendo: “¿Acaso de Nazaret puede salir cosa buena?”. Pero cuando dejó a un lado sus nociones y habló con el Señor Jesús, lo reconoció mediante Sus palabras. De esto podemos ver que, a pesar de que Natanael tuvo nociones, no las insistió, en su lugar, él investigó con humildad y escuchó las palabras del Señor con cuidado, y esto hizo que lograra al final la salvación del Señor. En resumen, quienes pueden estudiar la obra de Dios con humildad y buenas ganas, aceptar y obedecer Sus palabras después de escucharlas son los pobres de espíritu.

 

Hoy en día, estamos en el final de los últimos días, el momento clave para recibir al Señor, y el que requiere aún más que seamos los pobres de espíritu. El Señor Jesús dijo: “Mis ovejas oyen la voz mía; y yo las conozco, y ellas me siguen” (Juan 10:27). Se menciona varias veces en el Apocalipsis: “Quien tiene oído, escuche lo que el Espíritu dice a las iglesias”.

 

Dios dice: “‘El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias’. ¿Habéis oído ahora las palabras del Espíritu Santo? Las palabras de Dios han venido sobre vosotros. ¿Las oís? Dios realiza la obra de las palabras en los últimos días y tales palabras son las del Espíritu Santo, porque Dios es el Espíritu Santo y también puede hacerse carne; por tanto, las palabras del Espíritu Santo, tal como se hablaron en el pasado, son las palabras de Dios encarnado hoy”.

 

Ahora mucha gente está dando testimonio de que Dios ha regresado, ha expresado palabras y ha llevado a cabo una nueva obra. Si queremos ser uno de los pobres de espíritu, tenemos que imitar a Natanael, abandonar nuestras naciones para investigar la nueva obra de Dios y escuchar Sus palabras con un corazón humilde. Una vez que confirmemos que estas son la voz de Dios, estaremos dispuestos a aceptarlo y obedecerlo de inmediato, solo de esta manera podremos recibir al Señor.

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