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Devocionales cristianos|Cómo conocer el carácter de Dios y el resultado de Su obra (Parte Dos)

Devocionales cristianosCómo conocer el carácter de Dios y el resultado de Su obra (Parte Dos)

Andar en el camino de Dios: temer a Dios y apartarse del mal

 

Existe un dicho del que deberíais tomar notas. Creo que es de suma importante, porque me viene a la mente numerosas veces cada día. ¿Por qué? Porque cada vez que tengo a alguien enfrente, que oigo la historia de alguien, que oigo su experiencia o su testimonio de fe en Dios, siempre uso este dicho para sopesar si ese individuo es o no el tipo de persona que Dios quiere, que le gusta. ¿Cuál es este dicho? Ahora todos estáis esperando con interés. Cuando lo revele, quizás os sintáis decepcionados, porque durante muchos años algunos lo han pronunciado demasiado de boca para afuera. En cuanto a Mí, nunca lo he hecho. Es un dicho que reside en Mi corazón. ¿Cuál es? “Anda en el camino de Dios: teme a Dios y apártate del mal”. ¿No es una frase extremadamente simple? Aunque lo sea, quien posea un entendimiento genuino y profundo del mismo sentirá que tiene mucho peso; que es muy valioso para la práctica; que es el lenguaje de la vida con la realidad de la verdad; que es un objetivo para toda la vida, hacia el que luchar, cuando se busca satisfacer a Dios; y que es un camino a seguir durante toda la vida por todo aquel que sea considerado con los propósitos de Dios. Entonces ¿qué os parece? ¿Es este dicho la verdad? ¿Tiene esa clase de relevancia? Quizás haya personas que piensen en este dicho, intentando descifrarlo, y hasta haya quien sospeche del mismo: ¿es este dicho muy importante? ¿Es muy importante? ¿Es tan necesario y digno de hacer hincapié en él? Quizás a algunos no les guste demasiado, porque crean que tomar el camino de Dios y condensarlo en este único dicho es una simplificación demasiado excesiva. Tomar todo lo que Dios dijo y reducirlo a un dicho ¿no es esto hacerle parecer demasiado insignificante? ¿Es esto así? Podría ser que la mayoría de vosotros no entendáis del todo el profundo significado detrás de estas palabras. Aunque habéis tomado nota del mismo, no tenéis intención de darle cabida en vuestro corazón; sólo lo escribís, lo repasáis y meditáis en ello en vuestro tiempo libre. Otras personas ni siquiera se molestarán en memorizarlo, y no digamos ya intentar darle buen uso. ¿Pero por qué expongo este dicho? Independientemente de vuestra perspectiva, o de lo que penséis tengo que hablar del mismo, porque es extremadamente relevante para la forma en que Dios establece los desenlaces del hombre. No importa cómo entendáis ahora este dicho ni cómo lo tratéis, Yo seguiré diciéndoos: Si alguien puede practicar este dicho de la manera adecuada y llegar al estándar de temer a Dios y apartarse del mal, tiene garantizado el ser un superviviente, a tener un buen final. Si no puedes alcanzar el estándar establecido por este dicho, podría decirse que tu desenlace es una incógnita. Os hablo, pues, sobre este dicho para vuestra propia preparación mental, y para que sepáis según qué tipo de estándar os mide Dios. Como acabo de explicar, este dicho es extremadamente relevante para la salvación del hombre por parte de Dios, y para la forma en que Él establece el final del hombre. ¿Dónde radica esta relevancia? Os gustaría saberlo de verdad, así que hablaremos de ello hoy.

Dios usa distintas pruebas para comprobar si las personas temen a Dios y se apartan del mal

 

En cada era, Dios otorga algunas palabras al hombre cuando obra en el mundo, y le comunica algunas verdades. Estas le sirven de camino al que debe adherirse, por el que debe andar, la senda que le permite al hombre temer a Dios y apartarse del mal, el que las personas deberían poner en práctica y respetar en sus vidas y a lo largo de sus viajes vitales. Por estas razones Dios le concede estas palabras al hombre; y este debería respetarlas, porque vienen de Él y porque observarlas es recibir vida. Si alguien no las cumple, no las pone en práctica, y no las vive en su vida, no está practicando la verdad. Y si esto es así ni le teme a Dios, ni se aparta del mal, ni puede satisfacer a Dios. Si alguien no puede satisfacerle tampoco puede recibir la aprobación de Dios; este tipo de persona no tiene desenlace. Por tanto, ¿cómo establece Dios el final de una persona en el transcurso de Su obra? ¿Qué método utiliza Dios para establecer el final del hombre? Quizás no lo tengáis demasiado claro ahora, pero cuando os detalle el proceso quedará bastante claro. Esto se debe a que muchas personas ya lo han experimentado por sí mismas.

A lo largo de la obra de Dios, desde el principio hasta ahora, Dios ha dispuesto pruebas para cada persona, o, mejor dicho, para cada persona que le sigue, y estas son de distinto calibre. Están aquellos que han experimentado la prueba del rechazo de su familia; los que han pasado por la prueba de un entorno adverso; los que han sufrido la prueba de ser arrestados y torturados; los que han tenido que afrontar una elección; y los que han hecho frente a las pruebas del dinero y el estatus. En general, cada uno de vosotros se ha enfrentado a todo tipo de pruebas. ¿Por qué obra Dios así? ¿Por qué trata a todos así? ¿Qué tipo de resultado quiere ver? Esta es la idea importante de lo que quiero deciros: Dios quiere ver si la persona es de las que le temen y se apartan del mal. Esto significa que cuando Dios te está enviando una prueba, haciendo que te enfrentes a alguna circunstancia, quiere comprobar si eres o no el tipo de persona que le teme, que se aparta del mal. Si alguien se enfrenta al deber de custodiar una ofrenda, y entra en contacto con la ofrenda de Dios, ¿piensas que es algo que Él ha organizado? ¡Sin lugar a duda! Todo lo que afrontas está organizado por Dios. Cuando le hagas frente a este asunto, Dios te observará en secreto, viendo cómo eliges, cómo practicas, en qué estás pensando. El resultado final es lo que más le preocupa, ya que es lo que le permitirá medir si has logrado o no Su estándar en esta prueba. Sin embargo, cuando las personas afrontan algún asunto no suelen pensar por qué sucede ni tampoco en el estándar que Dios exige. No piensan en lo que Él quiere ver de ellos, qué quiere obtener de ellos. Cuando este tipo de persona tiene que enfrentarse a un asunto concreto, sólo piensa: “Esto es algo a lo que me enfrento; ¡debo tener cuidado, no descuidarme! Sea lo que sea, esta es una ofrenda de Dios y no la puedo tocar”. Esta persona cree que pueden cumplir con su responsabilidad teniendo un pensamiento tan simplista. ¿Estaría Dios satisfecho con el resultado de esta prueba? ¿No lo estaría? Podéis debatirlo. (Si alguien teme a Dios en su corazón, al enfrentarse a la obligación que le permite entrar en contacto con Su ofrenda, consideraría lo fácil que resultaría ofender Su carácter, por lo que se aseguraría de proceder con cautela.) Tu respuesta va por el camino correcto, pero aún le falta. Andar en el camino de Dios no tiene que ver con observar reglas de forma superficial. Más bien significa que al enfrentarte a un asunto, ante todo lo veas como una circunstancia organizada por Dios, una responsabilidad que Él te ha concedido, o algo que Él te ha confiado; durante el proceso deberías considerarlo incluso como una prueba de Dios. Por ello, debes tener un estándar, pensar que procede de Dios. Debes reflexionar en cómo lidiar con ello de forma que puedas cumplir con tu responsabilidad, y ser fiel a Dios; en cómo hacerlo y no enfurecerle ni ofender Su carácter. Acabamos de hablar de la custodia de ofrendas. Esto no sólo implica ofrendas, sino también tu deber y tu responsabilidad. Estás obligado a cumplir esta responsabilidad. Sin embargo, cuando te enfrentas a este asunto, ¿existe alguna tentación? ¡La hay! ¿De dónde viene? De Satanás, y también proviene del carácter malvado y corrupto del hombre. Al haber tentación, esta implica ser testimonio; ser testimonio también es tu responsabilidad y deber. Algunas personas dicen: “Esto es un asunto tan pequeño; ¿realmente es necesario hacer una montaña del mismo?”. ¡Sí lo es! Porque para andar en el camino de Dios, no podemos descuidar nada que tenga que ver con nosotros, o que ocurra a nuestro alrededor; ni siquiera las cosas pequeñas. Independientemente de que nos parezca que debamos prestarle atención o no, mientras le estemos haciendo frente a un asunto, no deberíamos pasarlo por alto. Deberíamos considerarlo todo como una prueba de Dios para nosotros. ¿Cómo es este tipo de actitud? Actuando así confirmas un hecho: tu corazón le teme a Dios, y está dispuesto a apartarse del mal. Si tienes este deseo de satisfacer a Dios, lo que pones en práctica no está lejos del estándar de temer a Dios y apartarse del mal.

A menudo están los que creen que los asuntos a los que las personas no prestan mucha atención, lo que no se suelen mencionar, son simples nimiedades menores, y que no tienen nada que ver con poner en práctica la verdad. Cuando estas personas se enfrentan a uno de esos asuntos, no piensan mucho en ellos y los dejan pasar. Pero en realidad, son lecciones que deberías estudiar, lecciones sobre cómo temer a Dios, sobre cómo apartarse del mal. Además, lo que debería preocuparte más es saber lo que Él está haciendo cuando este asunto surge delante de ti. Él está justo a tu lado, observando cada una de tus palabras y de tus hechos, considerando tus acciones, tus cambios de opinión; esta es la obra de Dios. Algunos dicen: “¿Entonces por qué no lo siento?”. No lo has sentido, porque el camino de temer a Dios y apartarse del mal no ha sido para ti el más importante al que adherirte. Por tanto, no puedes sentir la obra sutil de Dios en el hombre, que se manifiesta de acuerdo a los diferentes pensamientos y acciones de las personas. ¡Eres un cabeza de chorlito! ¿Qué es un asunto grande o uno pequeño? Los asuntos que implican andar en el camino de Dios no se dividen en grandes o pequeños. ¿Podéis aceptarlo? (Podemos aceptarlo.) En términos de las cuestiones cotidianas, las personas consideran que algunos son muy grandes y significativos, y opinan que otros son minucias. Las personas suelen estimar que estos grandes asuntos son los de suma importancia y, por tanto, que Dios los ha enviado. Sin embargo, a lo largo del desarrollo de estos, debido a la estatura inmadura del hombre, a su pobre calibre, es frecuente que no esté al día de los propósitos de Dios, que no pueda obtener revelación alguna ni adquirir un conocimiento real que sea valioso. En lo que respecta a los asuntos pequeños, el hombre simplemente los pasa por alto, los deja transcurrir poco a poco. Así, han perdido muchas oportunidades de ser examinados delante de Dios, de que Él los ponga a prueba. Si siempre pasas por alto a las personas, las cosas, los asuntos y las circunstancias que Dios arregla para ti, ¿qué significará esto? Quiere decir que cada día, cada momento, estás renunciando a tu perfeccionamiento por parte de Dios y a Su liderazgo. Siempre que Él organiza una circunstancia para ti, está mirando en secreto, contemplando tu corazón, tus pensamientos y consideraciones, viendo cómo piensas, cómo actuarás. Si eres una persona descuidada —alguien que nunca se ha tomado en serio el camino de Dios, Su palabra, o la verdad— no serás consciente, no prestarás atención a aquello que Dios quiere completar y que exige de ti al organizar tus circunstancias. Tampoco sabrás cómo las personas, las cosas y los asuntos con los que te encuentras, se relacionan con la verdad o con las intenciones de Dios. Después de enfrentarte a circunstancias y pruebas repetidas como esta, y que Dios no vea logro alguno con tu nombre, ¿cómo procederá? Después de enfrentarte repetidamente a pruebas, no lo magnificas en tu corazón ni tratas las circunstancias que Él organiza para ti como lo que son: pruebas o exámenes de Dios. En su lugar, rechazas una tras otra las oportunidades que Él te concede, y las dejas escapar una y otra vez. ¿No es esto una gran desobediencia por parte del hombre? (Lo es.) ¿Se apenará Dios por esto? (Sí.) ¡Dios no se apenará! Oírme hablar así os ha impactado una vez más. Después de todo, ¿no se dijo anteriormente que Dios siempre se aflige? ¿Dios no estará afligido? Entonces, ¿cuándo lo estará? En cualquier caso, Dios no se afligirá por esta situación. Entonces, ¿cuál es la actitud de Dios hacia el tipo de conducta explicada previamente? Cuando las personas rechazan las pruebas, los exámenes que Dios les envía, cuando rehúyen de ellos, Dios sólo tiene una actitud hacia ellas. ¿Cuál es? Dios desdeña a esta clase de persona desde lo más profundo de Su corazón. Existen dos tipos de significado para la palabra “desdeñar”. ¿Cómo los explico? En el más profundo, la palabra tiene connotaciones de aborrecimiento, de odio. ¿Y en el segundo nivel de significado? Esta es la parte que implica abandonar algo. Todos sabéis lo que significa “abandonar”, ¿correcto? En resumen, desdeñar significa la reacción y actitud definitivas de Dios hacia estas personas que se están comportando de esa forma. Es un odio extremo hacia ellas, repugnancia, y por tanto la decisión de abandonarlas. Esta es la decisión final de Dios hacia una persona que nunca ha andado en Su camino, que nunca le ha temido y que no se ha apartado del mal. ¿Podéis ver ahora, todos vosotros, la importancia de este dicho que he pronunciado?

¿Entendéis ahora el método que Dios utiliza para establecer el desenlace del hombre? (Arreglar diferentes circunstancias cada día.) Arreglar diferentes circunstancias, esto es lo que las personas pueden sentir y tocar. ¿Qué motivo tiene Dios para ello? La razón es que Él quiere probar a todas y cada una de las personas en maneras diferentes, en tiempos diferentes y en lugares diferentes. ¿Qué aspectos del hombre se someten a examen en la prueba? Si eres o no el tipo de persona que teme a Dios y se aparta del mal en cada asunto que afrontas, oyes, ves, y experimentas personalmente. Todo el mundo se enfrentará a esta clase de prueba, porque Dios es justo con todos. Algunos afirman: “He creído en Dios durante muchos años; ¿cómo es que no me he enfrentado a ninguna prueba?”. Sientes que no lo has hecho, porque siempre que Dios ha dispuesto circunstancias para ti, no las has tomado en serio, y nunca has querido andar en Su camino. Por tanto, sencillamente no tienes sentido alguno de las pruebas de Dios. Algunos declaran: “He afrontado unas cuantas pruebas, pero no conozco la forma apropiada de practicar. Aunque he practicado, sigo sin saber si me mantuve firme durante las pruebas”. Las personas que están en este tipo de situación no son, desde luego, una minoría. ¿Cuál es, pues, el estándar por el que Dios mide a las personas? Como indiqué hace unos momentos: ¿temes a Dios y te apartas del mal en todo lo que haces, piensas y expresas? Así se determina si eres o no una persona que teme a Dios y se aparta del mal. ¿Es este un concepto simple? Resulta bastante fácil decirlo, ¿pero se pone en práctica con facilidad? (No es tan fácil.) ¿Por qué no es tan fácil? (Porque las personas no conocen a Dios, no saben cómo perfecciona Él al hombre y, por tanto, cuando se enfrentan a los asuntos no saben cómo buscar la verdad para resolver su problema; las personas deben pasar por diversas pruebas, refinamientos, castigos y juicios, antes de lograr la realidad de temer a Dios.) Lo expresas así, pero en lo que a ti respecta, temer a Dios y apartarse del mal parece fácilmente realizable ahora. ¿Por qué digo esto? Porque habéis escuchado muchos sermones y recibido no poco riego de la realidad de la verdad. Esto os ha permitido entender cómo temer a Dios y apartaros del mal en términos de teoría y pensamiento. En cuanto a practicarlo, todo esto ha sido útil y os ha hecho sentir que se puede lograr fácilmente. Entonces, ¿por qué nadie puede conseguirlo en realidad? Porque la esencia de la naturaleza del hombre no teme a Dios, y ama el mal. Esta es la verdadera razón.

No temer a Dios y no apartarse del mal es oponerse a Dios

 

Comencemos por ocuparnos de la procedencia del dicho “temer a Dios y apartarse del mal”. (El libro de Job.) Ahora que habéis mencionado a Job, hablemos de él. ¿Estaba Dios obrando en su época, para la conquista y la salvación del hombre? No lo estaba, ¿o sí? Y en lo que a Job respecta, ¿cuánto conocimiento de Dios tenía en ese momento? (No mucho.) ¿Y cómo se compara ese conocimiento de Dios con el que vosotros tenéis ahora? ¿Cómo puede ser que no os atreváis a responder a esto? ¿Era el conocimiento de Job mayor o menor que el vuestro? (Menor.) Esta es una pregunta muy fácil de responder. ¡Menor! ¡Con toda seguridad! Ahora estáis cara a cara con Dios, y con Su palabra. Vuestro conocimiento de Dios es mucho mayor que el de Job. ¿Por qué menciono esto ahora? ¿Por qué hablo así? Me gustaría explicaros un hecho, pero antes quiero haceros una pregunta: Job sabía muy poco de Dios, pero podía temerle y apartarse del mal. ¿Por qué son incapaces de hacerlo las personas de nuestros días? (Profunda corrupción.) Profunda corrupción, esa es la superficie de la cuestión, pero Yo nunca lo veré así. Con frecuencia tomáis doctrinas y letras de las que soléis hablar, como “corrupción profunda”, “rebelarse contra Dios”, “deslealtad hacia Dios”, “desobediencia”, “no amar la verdad”, y usáis estas frases para explicar la esencia de cada cuestión. Esta es una forma errónea de practicar. Utilizar la misma respuesta para explicar cuestiones de naturalezas distintas suscita, inevitablemente, sospechas de blasfemia contra la verdad y contra Dios. No me gusta oír este tipo de respuesta. ¡Pensad en ello! Ninguno de vosotros ha pensado en este asunto, pero cada día puedo verlo y sentirlo. Por tanto, vosotros hacéis y Yo observo. Cuando actuáis no podéis percibir la esencia de este asunto. Pero cuando lo veo, sí puedo advertir y sentir su esencia. ¿Cuál es, pues, esta esencia? ¿Por qué no pueden las personas de estos días temer a Dios y apartarse del mal? Vuestras respuestas están bastante lejos de explicar la esencia de esta cuestión, y no pueden resolverla. Esto se debe a que existe una fuente de la que no sabéis nada. ¿Cuál es? Sé que queréis oír sobre ella, así que os hablaré acerca de la fuente de esta cuestión.

Al principio de la obra de Dios, ¿cómo consideraba Él al hombre? Dios lo rescató; lo consideró un miembro de Su familia, el objetivo de Su obra, aquello que quería conquistar, salvar y perfeccionar. Esta era la actitud de Dios hacia el hombre al principio de Su obra. ¿Pero cuál era la actitud del hombre hacia Dios en aquel momento? Dios era extraño para el hombre, que lo consideraba como un desconocido. Podría decirse que la actitud del hombre hacia Dios era incorrecta y que no tenía claro cómo debía tratarle. Lo trataba, por tanto, como le parecía, y actuaba como creía oportuno. ¿Tenía el hombre un punto de vista sobre Dios? Al principio, ninguno. El denominado punto de vista del hombre consistía, sencillamente, de algunos conceptos e imaginaciones respecto a Dios. Aquello que se ajustaba a los conceptos de las personas fue aceptado; lo que no se ajustaba, se obedecía de manera superficial; sin embargo, en sus corazones las personas chocaban fuertemente con ello y se oponían. Así era la relación entre el hombre y Dios al principio: Dios consideraba al ser humano como un miembro de Su familia, pero este le trataba como a un desconocido. Pero después de un período en el que Dios obró, el hombre llegó a entender lo que Él intentaba conseguir. Las personas llegaron a saber que Dios era el Dios verdadero, y lo que el hombre podía obtener de Él. ¿Cómo consideraba el hombre a Dios en aquel momento? Como un salvavidas del que esperaba obtener gracia, bendiciones, promesas. ¿Y cómo veía Dios al hombre en esa coyuntura? Como el objetivo de Su conquista. Dios quería usar palabras para juzgar al hombre, para ponerlo a prueba, para probarlo. Pero en lo que a la humanidad respectaba en aquel punto de la historia, Dios era un objeto al que podían utilizar para conseguir sus metas. Las personas veían que la verdad que Él promulgaba las podía conquistar y salvar, y que tenían la oportunidad de obtener aquello que querían de Dios, el destino deseado. Por esto, en sus corazones se formó una pequeña pizca de sinceridad, y estuvieron dispuestas a seguir a ese Dios. Transcurrió algún tiempo, y las personas adquirieron algún conocimiento superficial y doctrinal de Dios. Podría decirse que se estaban “familiarizando” cada vez más con Él. Por la palabra hablada por Él, Su predicación, la verdad promulgada y Su obra, las personas estaban cada vez más “familiarizadas”. Entonces pensaron erróneamente que Dios había dejado de ser un desconocido, y que ellos caminaban ya por la senda de la compatibilidad con Él. Hasta ahora, las personas han escuchado muchos sermones sobre la verdad, y han experimentado mucho de la obra de Dios. Sin embargo, bajo las interferencias y obstrucciones de muchos factores y circunstancias diferentes, la mayoría de las personas no consigue poner en práctica la verdad ni satisfacer a Dios. Las personas son cada vez más vagas y menos confiadas. Sienten, cada vez más, que su desenlace es desconocido. No se atreven a tener ideas extraordinarias, y no buscan progresar; simplemente siguen avanzando paso a paso, con reticencia. Respecto al estado actual del hombre, ¿cuál es la actitud de Dios hacia este? Su único deseo es entregarle estas verdades, infundirle Su camino y disponer después diversas circunstancias con el fin de ponerle a prueba de diferentes maneras. Su objetivo consiste en tomar estas palabras, estas verdades, y Su obra, y dar lugar a un desenlace en el que el hombre pueda temer a Dios y apartarse del mal. La mayoría de las personas que he visto sólo toman Su palabra y la consideran como doctrinas, letras, reglas a observar. Cuando abordan cosas y hablan, o se enfrentan a pruebas, no consideran que el camino de Dios sea el camino a observar. Esto es especialmente cierto cuando las personas se enfrentan a pruebas importantes; no he visto a nadie que practicara en la dirección de temer a Dios y apartarse del mal. Debido a esto, la actitud de Dios hacia el hombre está llena de un desprecio y una aversión extremos. Después de que Él haya enviado una y otra vez pruebas a las personas, hasta centenares de veces, estas siguen sin tener una actitud clara que demuestre su determinación: ¡quiero temerle a Dios y apartarme del mal! Al no tener ese valor ni hacer este tipo de demostración, la actitud presente de Dios hacia ellas ya no es la misma que en el pasado, cuando Él extendía misericordia, tolerancia, aguante y paciencia. En su lugar, está extremadamente decepcionado con el hombre. ¿Quién provocó esta desilusión? ¿De quién depende el tipo de actitud que Dios tiene hacia el hombre? De cada persona que sigue a Dios. Durante el transcurso de Sus muchos años de obra, Él le ha exigido mucho al hombre, y ha dispuesto muchas circunstancias para él. Pero comoquiera que haya actuado, y cualquiera que sea su actitud hacia Dios, el hombre no puede practicar en claro acuerdo con el objetivo de temer a Dios y apartarse del mal. Lo resumiré, pues, en un dicho, y lo utilizaré para explicar todo aquello de lo que hablamos sobre por qué las personas no pueden andar en el camino de Dios, temerle y apartarse del mal. ¿Cuál es este dicho? Es el siguiente: Dios considera al hombre el objeto de Su salvación, el objeto de Su obra; el hombre considera a Dios su enemigo, su antítesis. ¿Te queda ahora claro este asunto? Cuál es la actitud del hombre; cuál es la de Dios; cuál es la relación entre el hombre y Dios; todo está muy claro. Independientemente de las muchas predicaciones que hayáis escuchado, las cosas que hayáis recapitulado para vosotros —como ser fieles a Dios, obedecerle, buscar el camino de la compatibilidad con Él, querer dedicarle toda una vida, vivir para Él—, para Mí estas cosas no son andar conscientemente en el camino de Dios, que consiste en temerle y apartarse del mal. En su lugar, existen canales a través de los cuales podéis alcanzar ciertas metas. Para ello, observáis con reticencia algunas reglas. Y son precisamente estas las que alejan aún más a las personas del camino del temor a Dios y de apartarse del mal, y vuelven a colocarlo una vez más a Él en la oposición contra el hombre.

La cuestión de la que estamos hablando hoy es un poco densa; sin embargo, de un modo u otro sigo esperando que cuando paséis por las experiencias y los tiempos venideros podáis hacer lo que os acabo de decir. No descuidéis a Dios ni lo consideréis aire, sintiendo que existe en ocasiones, cuando os resulta útil, pero sintiendo que no lo hace cuando no tiene utilidad alguna para vosotros. Cuando, inconscientemente, posees este tipo de entendimiento, ya has enfurecido a Dios. Quizás algunas personas digan: “No considero que Dios sea aire; siempre le oro, le satisfago, y todo lo que hago se encuentra en el ámbito, el estándar y los principios exigidos por Él. Desde luego que no estoy actuando según mis propias ideas”. Sí, la manera en la que estás afrontando las cosas es correcta. ¿Pero cómo piensas cuando te afrontas un asunto cara a cara? ¿Cómo practicas cuando te enfrentas a un asunto? Algunas personas sienten que Dios existe cuando oran y apelan a Él. Pero cuando se enfrentan a una situación, se les ocurren sus propias ideas y quieren acatarlas. Esto es considerar a Dios como aire. Este tipo de situación lo vuelve inexistente. Las personas piensan que Él debería existir cuando lo necesitan, y dejar de hacerlo cuando no lo precisan. Piensan que basta con practicar sus propias ideas. Creen ser capaces de hacer las cosas como les agradan. Simplemente piensan que no necesitan buscar el camino de Dios. Las personas que están actualmente en este tipo de condición, este tipo de estado, ¿no se hallan al filo del peligro? Algunos dicen: “Independientemente de si estoy o no al borde del peligro, he creído durante muchos años, y estoy persuadido de que Dios no me abandonará, porque Él no lo soportaría”. Otros afirman: “Incluso desde el vientre de mi madre, yo creía en el Señor, todo el tiempo hasta ahora; cuarenta o cincuenta años en total. En términos de tiempo, soy el más cualificado para ser salvado por Dios, para sobrevivir. A lo largo de este período de cuatro o cinco décadas, abandoné a mi familia y mi trabajo. Entregué todo lo que tenía, como el dinero, el estatus, el disfrute y el tiempo con la familia; no he comido muchos alimentos deliciosos; no he disfrutado de muchas cosas divertidas; no he visitado muchos lugares interesantes; he experimentado sufrimientos que las personas ordinarias no podrían soportar. Si Dios no puede salvarme por todo esto, estoy recibiendo un trato injusto y no puedo creer en un tipo de Dios así”. ¿Existen muchas personas que opinen así? (Sí, son muchas.) Entonces, hoy os ayudaré a entender una realidad: todos y cada uno de los que tienen este tipo de opinión cavan su propia fosa sin darse cuenta. Esto se debe a que están usando sus propias imaginaciones para taparse los ojos. Y son precisamente estas y sus propias conclusiones las que reemplazan el estándar de lo que Dios exige del hombre, evitando que acepten Sus verdaderas intenciones, haciéndoles de forma que no puedan sentir Su verdadera existencia, y haciendo que pierdan su oportunidad de ser perfeccionados por Él y no tener parte en Su promesa.

De "La Palabra manifestada en carne"

Continuará…

Cómo conocer el carácter de Dios y el resultado de Su obra (Parte Tres)

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